El fantasma de la despoblación se va de vacaciones

S.F.L.
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Muchos pueblos de la comarca duplican o triplican sus habitantes estos meses. Políticos y trabajadores implantan medidas para normalizar el día a día. Por el momento, julio está siendo más 'flojo'

Frías es la localidad más visitada de la comarca. Este año ha recibido ya a 31.664 turistas. - Foto: Luis Lopez Araico Luis López Araico

Arranca el mes de julio: alerta por temperaturas máximas, carreteras saturadas debido a la operación salida... Las ciudades se vacían poco a poco pero... ¿A dónde van los urbanitas? Playa o montaña, el destino final es, en la mayoría de los casos, un pueblo. En los de La Bureba, cuyas calles permanecen desiertas durante el invierno, se recobra la vida. Las plazas silenciadas durante el resto del año son, en esta época, el punto de encuentro de niños y mayores. En las piscinas municipales y sus chiringuitos, que no en todas las localidades son afortunados de tenerlos para así combatir las olas de calor que anualmente azotan la zona, la gente tiene que andar con ojo para conseguir el hueco en el que hay sombra. Un hecho insólito que desgraciadamente dura dos meses. El fantasma de la despoblación, que tan duramente está castigando a la comarca, parece desvanecerse con el calor del verano. 

Y es que, la mayoría de las poblaciones burebanas, hacen su ‘agosto’ en estas fechas, hasta el punto en el que su padrón se duplica o triplica gracias a la llegada de veraneantes (muchos de ellos antiguos habitantes) y de turistas de todos los rincones del panorama nacional e internacional. Briviesca, la capital de la comarca, supera los 10.000 residentes. «Muchos de los que vienen son personas de la tercera edad y estudiantes», declara el alcalde, Álvaro Morales. 

Para mantener el ‘orden’ en la ciudad, el Ayuntamiento toma alguna medida especial como cerrar al tráfico algunas de las calles principales para evitar problemas de atascos. También se contrata personal  de jardinería dentro de los Planes de Empleo que ofrecen las administraciones públicas periódicamente. En el triángulo Raíces de Castilla, compuesto por Oña, Frías y Poza de la Sal, la presencia masiva de turistas hacen que las tres localidades tengan que implantar un plan especial de funcionamiento, a pesar de que sus respectivos ediles están de acuerdo en que «el verano no es lo que era» y el inicio de julio está siendo «muy flojo». 

En la villa condal, la población más grande de las tres, la cifra de vecinos sobrepasa con creces los 1.000.  Aunque actualmente los días fuertes de tránsito de gente se centralizan en agosto, se toman una serie de medidas para agilizar el día a día como el corte de alguna calle del centro  al tráfico. Se contrata personal municipal para el refuerzo de limpieza viaria, servicios y obras. En cuanto a la recogida de basuras, la Mancomunidad Oña-Bureba-Caderechas-Valdivielso acorta los espacios de tiempo en pasar por cada uno de los pueblos. 

En Poza de la Sal, municipio que ronda los 300 habitantes durante el año junto con sus pedanías, en verano llegan a superar los 800. Una de las actuaciones que el Consistorio realiza para favorecer el bienestar de vecinos y visitantes consiste en prohibir la entrada de vehículos a la Plaza Mayor todos los días a partir de las 13 horas, y durante todas las jornadas festivas. En la ciudad más pequeña de España, Frías, se preparan a recibir a cientos de turistas a diario. «El problema con el que nos enfrentamos es que estamos escasos de plazas de alojamiento y restauración», afirma José Luis Gómez, regidor de la localidad. Las labores de carga y descarga de las empresas de logística se realizan de 9 a 11 horas para así eludir momentos de agobio entre trabajadores y visitantes y se añaden más contenedores porque se genera más basura.

En otros pueblos de la comarca, algo más pequeños como son Busto y Cubo, se llega a multiplicar por  tres el número de residentes y es necesario aumentar el personal de limpieza. Monasterio de Rodilla es de los pocos lugares según su alcalde, Antonio José Ibeas, «no crece en demasía» en época estival, aunque en agosto, coincidiendo con sus fiestas patronales y con las de Briviesca, se nota «subidón».

La oferta cultural aumenta en todos ellos, incluso en las aldeas más pequeñas. Los hosteleros necesitan más personal para dar gusto a la demanda. En lo que va de verano han pasado por las cuatro oficinas de Turismo que hay en la zona (Briviesca, Frías, Oña y Poza) un total de 10.329 personas, siendo la ciudad fredense la más visitada con 6.397 turistas. A pesar del boom que desde hace unos años ha generado el veraneo en el pueblo, no deja de ser un espejismo que con el fin de vacaciones se desvanece y retorna la cruel realidad.