"La estupidez se apodera al querer reescribir la historia"

C.C.P. (Ical)
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El escritor viaja hasta los primeros momentos del Nuevo Mundo en 'La Española', una novela histórica que presentará en la Librería Maxtor de Valladolid el próximo 31 de mayo

“La estupidez se apodera al querer reescribir la historia" - Foto: Juan Lzaro ICAL

Alrededor de 25 años llevaba Antonio Pérez Henares (Guadalajara, 1953) madurando en su cabeza 'La Española' (HarperCollins, 23,90 euros), una novela histórica coral donde recrea y ficciona, partiendo de los muchos testimonios directos que dejaron los descubridores, cómo pudieron ser aquellos primeros años en el Nuevo Mundo. Los Colón (padre e hijo), el piloto Juan de la Cosa y su fiel amigo Alonso de Ojeda, los Niños y Los Pinzones, Bartolomé de las Casas, Núñez de Balboa, Ponce de León o los caciques taínos Guacanagarí, Caonabo y Anacaona desfilan por las páginas de una novela "muy iniciática", repleta de personajes "muy humanos, con grandes virtudes pero también con sus debilidades y miserias", que protagonizaron "el momento más trascendental y fascinante de la historia de la humanidad". El próximo miércoles, 31 de mayo, Pérez Henares presentará 'La Española' en la Librería Maxtor de Valladolid a partir de las 19.00 horas, acompañado por el director editorial de Promecal en Castilla y León, Óscar Gálvez.

¿De qué modo entronca 'La Española' con 'El pájaro de la aventura', donde repasaba las siete ediciones de la Ruta Quetzal que compartió con De la Quadra-Salcedo?

Yo creo que en realidad empecé a cuajar en mi cabeza 'La Española' al tiempo que caminaba con la Ruta Queztal, y después siguió cobrando forma mientras escribía 'El pájaro de la aventura' (2006) o 'Cabeza de Vaca' (2020). Todo tiene un mismo origen: el enorme impacto que me produjo y me sigue produciendo Iberoamérica. De alguna manera quería contar esto, pero era difícil hacerlo. 'La Española' es una novela que ha requerido mucha maduración debido a su complejidad. No sé si lo he conseguido, pero era un reto importante: pretendía contar el principio de todo un imperio, a través de las vidas entrecruzadas de personajes que hoy son historia de la humanidad pero que en un momento determinado pudieron compartir taberna en un mismo puerto o en una misma calle de un remoto lugar en el Nuevo Mundo. Es una novela muy vivida, muy caminada y también muy leída en el sitio y en el lugar donde ocurrieron aquellos acontecimientos.

¿Su principal objetivo con la novela era reconocer la labor de aquellos hombres ante tamaña empresa?

'La Española' es una novela muy iniciática y de lugar. No es únicamente esa historia fría o rimbombante que a veces leemos; los personajes son muy humanos y junto a grandes virtudes (como su valentía, temeridad o determinados códigos de conducta) también tienen sus debilidades y miserias (entre ellos hubo auténticos canallas). No podemos perder todo eso nunca de vista, porque la novela no busca ser un panfleto o alegato a favor ni en contra de nada; intenta reflejar el que para mí es el momento más trascendental y fascinante de la historia de la humanidad. Cada barco que llegaba a Sevilla cambiaba la percepción que teníamos del mundo, y eso es algo verdaderamente inaudito. 

Es un proyecto largamente madurado, ¿así lo requería el relato?

Yo sentía que tenía la obligación de escribir esta novela y finalmente me decidí a hacerlo. Es una forma de saldar una cierta deuda que, de alguna manera, tengo con esa tierra, con esas gentes y con esa parte inicial de la historia de cuantos participaron en el descubrimiento, exploración y posterior conquista de América. Por ejemplo a Pizarro siempre se le relaciona con Perú, pero ¿antes de llegar allí quién era? Tenía una historia, era un tipo duro, había estado en muchas guerras como rodelero, fue segundo teniente de Ojeda primero y luego de Vasco Núñez de Balboa. Lo mismo que Cortés, que en La Española fue un joven bastante echado para delante pero que no había combatido nunca; era un hombre muy inteligente que en Cuba se hizo rico con el comercio, y que llegó a ser considerado el gran estratega, casi a la altura de Julio César o Alejandro, porque conquistó un imperio con apenas nada.

Elige para arrancar la historia de Fuerte Navidad, que fue el primer asentamiento español en el Nuevo Mundo y que destruyeron por completo poco después de la marcha de Colón. ¿Por qué ese punto de partida?

Quería entrar a la novela con algo impactante y muy olvidado. Cuando Colón vuelve en su primer viaje desde La Española, deja allí con 38 españoles un fuerte que se levantó con la tablazón destrozada de la Santa María que había encallado enfrente. Los deja bien pertrechados, en el territorio de un cacique pacífico y amigo, y cuando regresa solo quedan tizones y cadáveres flotando. Han muerto todos, no hay rastro de ellos ni de sus armas. ¿Qué pasó allí? Hay muchas cábalas al respecto, el cacique amigo dice que han sido atacados por otro cacique... En lo que habían considerado el paraíso se había abierto la boca del infierno.

¿Cómo valora el actual revisionismo que se está produciendo sobre el descubrimiento?

La estupidez se ha apoderado del mundo al pretender reescribir la historia o juzgarla sumariamente con criterios del siglo XXI. Es la mayor soberbia conocida a lo largo de la historia de la humanidad. Revisionismo, cancelación, reescritura... pero sobre todo ignorancia, estupidez y soberbia. ¿Qué hay que hacer, juzgar ahora desde el Homo habilis hasta la actualidad? Es el insulto continuo a todos los antepasados. Ya vale la broma. ¿Esta gente no tiene otra cosa mejor que hacer o de la que preocuparse, que ponerse a reescribir toda la historia y a censurarla? Lo último que han censurado ha sido 'La vida de Brian'. ¡Lo que no se censuraba antes! Es mucho peor que la peor inquisición, y encima nos la están aplicando y aplaudimos con las orejas porque nos dicen que eso es ser muy progresista. ¿Borrar y aplastar toda la historia desde la ignorancia más supina ahora resulta que es progresista? ¿Cercenar la libertad ha sido alguna vez progreso? Me parece que estamos viviendo tiempos muy oscuros.

Es un momento en que la Hispanofobia parece ganar peso, ¿su novela intenta ir en dirección contraria?

Sí, pero no desde la leyenda rosa. Aquí ni leyenda negra ni rosa, lo que hace falta es conocimiento. Al trazar una novela hay que meterse en la cabeza de esos personajes, con lo que era su cuerpo de valores o de doctrina, por así decirlo. Dentro de ellos por supuesto había gentes buenas y auténticos canallas y asesinos, pero hay que reconocer que la Corona hispana es una adelantada absoluta a su tiempo y a la historia. Donde estuvo el imperio hispano se ha producido un mestizaje enorme, porque ya en 1514 se promulgaron leyes para permitir las uniones con indígenas, como hicieron Ojeda o Ponce de León, entre otros. ¿Sabes cuándo se permiten los matrimonios interraciales en Estados Unidos? En 1967. ¿Dónde hay ahora un indio vivo en Estados Unidos y en qué situación están? Pues bien, resulta que nosotros somos los genocidas y racistas. Pero lo peor es que quien proclama eso a los cuatro vientos es una pseudoizquierda que abjura de todos los principios que la izquierda ha tenido en España a lo largo de los siglos. Ahora una pila de ignaros se dedica a pisotear la historia y a decir que el descubrimiento no fue.

¿Qué consecuencias puede tener para la España actual ese vivir de espaldas a su pasado?

Muy peligrosas, porque supone reducir toda la historia a una parte muy reciente, sesgada y vista con bizquera, como auténticos tuertos. Parece que solo se puede hablar como algo bueno de la Segunda República, que válgame Dios... Todo eso se había superado, se había pasado la debida página y se había mirado al futuro, y ahora estamos, desde principios del siglo XXI prácticamente, removiendo la mierda de un pasado y llamamos a eso memoria histórica, cuando es mentira histórica, porque se tergiversa. Aquí ha venido gente a sembrar el odio. Empezó Zapatero, siguieron sus discípulos de Podemos y sigue este. Creo que han hecho un daño terrorífico a la convivencia española, porque han vuelto a traer el odio, y la extrema izquierda ha cogido una carga verdaderamente terrible al aliarse con el separatismo contra la propia idea de España. ¿Se les caía la palabra España de la boca a Miguel Hernández o a Antonio Machado? Ahora parece que la palabra España les quema en la boca y atacan de una manera desaforada al tesoro más importante que tiene la hispanidad, la lengua, y la prohíben en un montón de sitios. Es atroz que España sea un país donde su lengua común no pueda ser utilizada en muchos lugares, y eso ya lo veamos como algo normal, cuando es una anormalidad tremenda y sin parangón en toda la historia de Europa.

Hablaba antes de los documentos escritos por los descubridores que consultó para preparar la novela, pero ¿hasta donde ha dejado entrar a la ficción en el relato?

Hay un montón de personajes, algunos de ellos muy relevantes, que son de ficción pero verosímiles, porque pudieron existir. Claro que tuvo que haber un tabernero que pudo ser un maravilloso nexo para que interactúen los Colón, los Pinzón, los Niño, Juan de la Cosa, Alonso de Ojeda, Núñez de Balboa, Nicuesa, Cortés, Pizarro, Bartolomé de las Casas… Todos pudieron coincidir en alguna taberna en algún momento, y hablarían entre ellos, porque algunos incluso eran familia, como Cortés y Pizarro. O un personaje de ficción que me he traído de 'Cabeza de Vaca', que allí era un viejo marinero y aquí es un joven grumete, amigo de otro contrastado históricamente, Alfonso, el hijo de Juan Niño, el patrón de la famosa carabela que más veces fue y volvió a América. Hay personajes de ficción y otros novelados, como Anacaona, pero no es de ficción la historia de amor de Ojeda, que es digna de la mayor novela romántica hasta su propio final. Hay mucho territorio caminado. He intentado que se sienta ese olor, ese agobio, esa humedad tremenda de estar dentro de las selvas y no saber por dónde vas a salir. Ese impacto al desembarcar en una playa, cómo lo viviría aquella gente. Así lo evoca el lienzo de Ferrer-Dalmau que se ha utilizado para la portada, del desembarco de Ojeda en la Bahía del Calamar, ahora Cartagena de Indias.

En ese sentido llama la atención que para la portada se haya decantado por su paisano, Alonso de Ojeda, entre la ingente lista de descubridores que desfilan por las páginas.

Ambos somos alcarreños y siempre me ha parecido un personaje fascinante, en todo. Era un hombre muy curtido ya, venía de la guerra de Granada donde había destacado. Era de baja estatura, rapidísimo y ágil, se decía que se había batido en mil duelos y nunca le habían sacado sangre. Le llamaban el capitán de la Virgen, porque como tantos hispanos era muy creyente. Me fascina por muchas cosas, entre ellas su intensa historia de amor con una indígena venezolana, que fue la primera gran historia de amor entre dos mundos. Aquello pasó de verdad y no la estupidez de Pocahontas, pero como los americanos son los que tienen el cine ellos son los buenos, mientras nosotros tenemos en casa una parva de personal que se dedica a echarnos mierda encima por doquier, y que cuando Sevilla era la capital del mundo la retratan como si fuera la cloaca de un poblacho repulsivo. Cada vez entiendo menos que esto se venda como algo positivo, progresista y avanzado. Es un panfleto sin base ni razón.