Cuando ella es la que corta el jamón

B.D.
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Raquel Acosta se ha abierto un hueco importante a nivel nacional en el corte profesional de jamón. Su perseverancia, trabajo duro, arrojo y saber hacer la han convertido en una empresaria de éxito

La burgalesa Raquel Acosta se ha convertido en una emprendedora de éxito con su empresa de corte de jamón creada en Madrid. - Foto: Josu Acosta

Su agenda, para aquellos que huyen del estrés y de las emociones fuertes, da vértigo. Desde septiembre ha cogido 32 vuelos y sumando porque aún le quedan otro puñado de aquí a finales de año. Alemania y Bélgica han sido sus dos últimas escalas y no hay feria gastronómica a nivel nacional e internacional en la que no se rifen su nombre. Que para eso, Raquel Acosta Quintanilla, burgalesa de 31 años, es una de las mejores en el corte profesional de jamón. Una valía que la ha llevado a obtener numerosos reconocimientos, el más reciente en Cádiz, donde ha recibido la II Cruz de Oro al Mérito Gastronómico.

«Ha sido increíble. Estoy feliz porque este premio supone un hito en mi carrera. Significa mucho para mí y para las personas que trabajan conmigo», confiesa, tras reconocer que tras años de perseverancia y arrojo se ha hecho un hueco en una profesión tradicionalmente masculina, hasta lograr convertirse en una de las cortadoras más conocidas en nuestro país.

Subcampeona del Salón Internacional del Gourmet, Raquel creó en 2017 en Madrid su propia empresa de corte de jamón, en la que da empleo a cuatro mujeres y a otras cuatro más en eventos puntuales. «No me puedo quejar. Me va muy bien. Demasiado bien. Solo me quejo de lo mucho que trabajamos porque hay épocas, como ahora, en las que no paramos», afirma esta maestra del cuchillo. Un éxito empresarial que le ha llevado a plantearse un nuevo proyecto que se materializará en meses y que supondrá 'exportar' su marca a Alemania, donde abrirá su negocio.

Hasta llegar al lugar que ahora ocupa ha recorrido un largo camino de esfuerzo y de aprendizaje. Formada en Cocina y Gastronomía en la Escuela de María Madre, en Burgos, tras acabar los estudios se trasladó a Salamanca, donde realizó prácticas en el restaurante de Víctor Gutiérrez, con una estrella Michelin. Tras finalizar esa etapa, entró a trabajar en una tienda especializada en jamón. Allí, comenzó a familiarizarse con los mejores cortes del mercado, perfeccionando sus habilidades y ampliando sus conocimientos. «Uno de los socios era el campeón de España y viajaba por todos los lugares de mundo.

En cuanto conocí la profesión, sabía que mi objetivo algún día sería llegar a ser como él». Su pasión por el producto ibérico la llevó a participar en varios concursos. Después, decidió salir de su zona de confort, de Salamanca, y se embarcó en la aventura de abrirse camino en Madrid, donde tras trabajar en lugares referentes, Raquel Acosta decidió montar su propia empresa y capitanear un equipo de cortadoras, aportando frescura y pasión a su singular oficio.

Cuando se le pregunta si una mujer corta jamón de una manera diferente, responde que quizá «somos más perfeccionistas y cuidamos al máximo la estética y los detalles. Ese es el toque femenino». Un elemento diferenciador que aporta valor tanto en la puesta en escena como en el emplatado. «Mi máxima es ser impecable, elegante y detallista», resume. Tres cualidades que han acabado convirtiéndose en su seña de identidad.