Juan Carlos Pérez Manrique

Estos días azules...

Juan Carlos Pérez Manrique


Preguntar

15/11/2023

Hace unos días comenté en casa cómo Emilio Serrano, amigo, biólogo inquieto que nunca deja de preguntarse acerca de todo lo que en la naturaleza muestra vida, me había comentado que había reproducido uno de los microscopios que Leeuwenhoek había construido para examinar las telas con las que comerciaba en el siglo XVII. Leeuwenhoek, que fue fabricando cada vez más poderosos microscopios, terminó por ser considerado el padre de la microscopia moderna. Ese había sido el trayecto de un humilde comerciante sin formación académica pero cuya curiosidad ilimitada le permitió ser el primero en observar animales unicelulares, bacterias, glóbulos rojos o espermatozoides según uno pudo informarse también en la exposición que en nuestra ciudad protagonizó y que organizó el MEH durante 2017 bajo el título El amigo de Werner en relación con que ambos compartieron tiempo y lugar de residencia (la ciudad de Delft) durante parte de su vida. 

Uno de mis nietos, que por la casa jugaba, escuchó algo de lo contado y enseguida empezó a preguntar para qué sirve un microscopio, cómo se hace, por qué…Ya sabes, esos niños pequeños que tanto quieres preguntan frecuentemente 'por qué'. A veces quieren solo mantener un palique que nos sostiene y divierte, pero otras pretenden escuchar algo que  encaje bien en el interrogante de sus primeras preguntas con las que sus mentes ya comienzan a hervir. Y es entonces cuando piensas que no puedes contestar con uno de esos «porque sí» que tanto desdeñan cualquier seña de lucidez. Y que tampoco puedes contestar con un «no seas curioso», puesto que estás convencido de que la pregunta arranca siempre de la inquietud y de la imaginación. Y también puesto que estás convencido de que en la pregunta está la puerta de embarque que el Homo tuvo que atravesar para llegar a ser Sapiens sin que después de tanto tiempo haya podido dejar de atravesarla ninguno de los días.

Una copia de un texto de Cicerón efectuada hace 1.200 años se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia. En ella aparece un signo interrogatorio trazado como una escalera que serpentea en diagonal desde abajo hacia arriba y la verdad es que no alcanzo a ver una forma de expresar mejor cómo la pregunta, (es decir la imaginación, la duda, la conversación…), nos eleva y nos construye. No busques respuestas, busca preguntas, creo recordar que fue el mensaje elegido en uno de los marcapáginas que en algún momento editamos en nuestra Biblioteca Municipal. Me parece que es desde ahí desde donde siempre se despega.