Acelerador, volante y acción

DIEGO P. LUENGO / Cardeñadijo
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Cardeñadijo se llenó ayer de amantes de los coches para disfrutar de la V edición de la exhibición de 4x4. Estos vehículos dieron emoción a un recorrido repleto de desafíos que congregó a cientos de personas

El recorrido, situado a las afueras del pueblo, planteaba un desafío para todos los pilotos que trataban de superarlo. - Foto: Jesús J. Matías

Si a los grandes amantes de los coches les preguntas por tres ingredientes indispensables para disfrutar de un buen día de 4x4, seguramente la mayoría coincida en estos tres: ruido, olor y acción. El ruido a motor exprimiendo cada caballo de su potencia para convertirse en la sinfonía que deleita sus oídos. El olor a gasolina quemada, trasformada en brisa fresca de una primavera de fragancias con romero y azahar en los caminos. Y por último la acción. Porque un coche que haga ruido y queme todo en parado no tiene sentido. La acción para ellos es el baile acompasado de un Nissan Patrol sobre el terreno.
Esos son los ingredientes, la base de todo buen espectáculo y la razón fundamental de la diversión. Diversión que experimentaron los centenares de aficionados que se desplazaron hasta Cardeñadijo para sumergirse en la atmósfera de la V exhibición de 4x4 que organizan allí apasionados de este mundo, con la colaboración del Ayuntamiento de la localidad. Un paraíso para todas las personas que conciben la vida sobre las cuatro ruedas.

Con un circuito repleto de desafíos y con el potencial necesario para que todos los coches tuviesen que dar lo mejor de sí, se presentaba una edición con 35 participantes domando vehículos de todos los tamaños y modelos. Desde formatos pequeños y manejables de marcas como Suzuki o Toyota hasta los míticos y emblemáticos Nissan Patrol. Algunos con detalles en su carrocería, otros con la sencillez pulcra y respetuosa de su modelo original, pero todos equipados con unas ruedas imponentes capaces de despedir kilos de barro y lodo en sus esfuerzos.

El barro fue precisamente uno de los elementos dominantes en esta demostración. Raro era el todoterreno que no presumía de fango secándose en gran parte de su superficie. Como un torero orgulloso de sus cornadas. Esa era la prueba de que lo habían dado todo en sus intentos. Intentos que consistían en tratar de superar los diferentes desafíos que se alternaban en un recorrido sin guion establecido. Al no ser una competición como tal, cada uno elegía, en función de sus ambiciones y capacidades, las rampas u obstáculos que consideraban más óptimos.

Algunos coches con mayor longitud se llenaban de una codicia ilusa, animada por los asistentes y (...).

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