La unidad de prevención del suicidio recibe 4 pacientes al mes

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Cinco profesionales del HUBU atienden antes de 72 horas a quienes han intentado quitarse la vida o han presentado una fuerte ideación sobre ello y realizan un abordaje intensivo de 3 meses

La unidad de prevención del suicidio del HUBU se creó en enero, está incluida en el servicio de Psiquiatría y formada por 5 profesionales. - Foto: Alberto Rodrigo

Hace ya varios años que Burgos le está plantando cara a una de las causas externas de muerte más prevalentes en la provincia: el suicidio. Primero fueron los supervivientes quienes levantaron la voz, las personas que habían sufrido la pérdida de alguien cercano de esta manera lo empezaron a visualizar en los medios de comunicación dando su testimonio y creando un grupo de autoayuda que enseguida contó con el apoyo de la Gerencia de Atención Primaria. Más adelante, el Ayuntamiento tomó cartas en el asunto y comenzó a ofrecer talleres de duelo por suicidio para después unificar en la entidad Apresuic (Grupo de Apoyo a la Prevención del Suicidio) a todos los sectores y profesionales de la ciudad que tienen algo que decir sobre el asunto. La divulgación que ha hecho este colectivo -tanto a nivel general como dirigida a sectores concretos como colegios e institutos- ha ayudado también a visibilizar lo que hasta hace no mucho era un tabú. Desde el ámbito sanitario, a finales de 2021 se presentó la Estrategia de Prevención de Suicidio de la Junta y el 25 de enero de 2023 comenzó su trabajo la Unidad Funcional de Prevención de la Conducta Suicida en el servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), que desde entonces ha atendido a 37 pacientes, alrededor de unos cuatro al mes.  

El objetivo de la misma es atender antes de 72 horas a personas que hayan tenido un intento autolítico o presenten una ideación suicida que, a criterio del psiquiatra que les vea en urgencias, necesite una intervención inmediata. Está compuesta por cinco profesionales que compaginan esta labor con su trabajo en otras unidades: el psiquiatra, la psicóloga y el enfermero especialista en salud mental le dedican dos días a la semana y la terapeuta ocupacional y la trabajadora social, uno. «Nuestra función es dar una respuesta rápida y nuestro compromiso, hacerlo antes de 72 horas. A nosotros los pacientes siempre nos los derivan desde urgencias adonde han llegado o derivados de atención primaria o llevados por sus familias o incluso por su propio pie. Allí, tras ser atendidos, se les informa de que les vamos a llamar y el enfermero se pone en contacto con ellos», explica la psicóloga Susana González. Han sido los menos los que no han querido recibir esta atención. 

Cuando hay una crisis puede aparecer la idea de suicidarse. Por eso hay quie pedir ayuda justo en ese mismo momento"

El perfil de los pacientes de esta unidad es muy concreto. Explica González que todas aquellas personas que intentan quitarse la vida son atendidas por la red de salud mental en consultas externas, en hospital de día o ingresados en función de su gravedad y sus circunstancias pero que hay un paciente de riesgo moderado, que no está lo suficientemente grave como para ser hospitalizado pero tampoco está bien como para beneficiarse solo de una consulta ambulatoria y necesita una atención más intensiva. Este es al que ve la unidad.

«Lo primero que se hace es una evaluación por parte de todos los profesionales y tras una puesta en común se decide la forma de trabajar con esa persona, porque hay perfiles muy diferentes: desde quienes tienen un buen nivel económico, pero ningún apoyo familiar a personas con este soporte, pero grandes dificultades materiales, por lo que interviene más la trabajadora social», relata la psicóloga.

Terapia individual y de grupo. Se les ofrece a lo largo de tres meses una atención intensiva tanto individual como en los grupos que forman semanalmente la terapeuta ocupacional y la psicóloga, que destaca que no todos los pacientes han tenido previamente algún contacto con los recursos de salud mental: «Algunos sí que habían pasado anteriormente y habían sido dados de alta pero la gran mayoría, no». Terminado este tiempo se les deriva donde precisen: consultas de salud mental o de atención primaria.

Por sexos, la mitad han sido mujeres y la otra mitad hombres, un dato poco esperado, ya que lo que dice la experiencia y refleja la estadística es que son más los varones que se suicidan, probablemente porque utilizan métodos más cruentos, según Susana González, que afirma, por otro lado, que las mujeres tienen más intentos. Y en cuanto a la edad, se ha visto a personas entre los 17 y los más de 70 años y más aunque el grueso está en la franja de los 20 a los 60.

No todos los pacientes que acoge la unidad han tenido un intento autolítico; muchas han presentado una ideación suicida tal que el criterio médico ha sido que precisa de este recurso. «Cuando se valora qué posibilidades hay de que se produzca un intento de suicidio se hace un mapeo de los factores de riesgo y algunos de los que nos pueden hacer sospechar que ese riesgo es alto es que la persona viva sola, que no tenga apoyo social, que tenga acceso a medicación potencialmente peligrosa, que lo haya verbalizado o que padezca una depresión en un grado moderado o severo. Esto es lo que diferencia a quienes atendemos aquí de los que reciben otros apoyos». 

«Creando esperanza». El lema que la Organización Mundial de la Salud (OMS) elegió para la celebración, ayer, del Día Mundial contra la Conducta Suicida es Creando esperanza a través de la acción y su campaña pone el foco en la acción colectiva -algo que en Burgos ya es una realidad, «se está haciendo un esfuerzo muy positivo desde todas las instancias», afirma la psicóloga Susana González- y en la creación de conciencia sobre la prevención. Esta experta asegura que en un momento de crisis «es normal» que pueda aparecer la idea de suicidarse. «Sabemos que 9 de cada 10 personas que lo han hecho sufría un trastorno mental que podría haber tenido un tratamiento adecuado y es normal -insiste- que aparezca la idea en un momento malo en el que la persona entra como en una suerte de 'visión en túnel' y se siente atrapada por sus circunstancias y sufrimiento y no ve otra solución. Pero las crisis pasan y, de hecho, luego son ellas mismas las que días e incluso horas después del intento se preguntan cómo han sido capaces de hacerlo, por eso siempre les decimos que buscar ayuda en ese momento da tiempo a replantearse las cosas y de otra manera».

González sabe que cuando desgraciadamente se lleva a cabo un suicidio la culpa que queda en las personas del entorno es enorme y no está justificada porque en ocasiones -comenta- ni un profesional lo hubiera percibido «porque a veces es un hecho tremendamente impulsivo». Por eso es muy cuidadosa cuando se le piden algunas 'pistas' que puedan hacer pensar que alguien está valorando la idea de matarse y reaccionar ofreciéndole ayuda: «Algunas cosas sí que nos pueden dar la alarma de que una persona no está bien por sus cambios de comportamiento llamativos, dejadez en la higiene, en la alimentación o incluso si llama a algún amigo para despedirse o hace un testamento o si se le ve muy baja de ánimo durante un tiempo y de repente tiene una mejora repentina porque esto a veces tiene que ver con que ha tomado la decisión de suicidarse». 

Y frente a todo esto, la palabra. La psicóloga afirma que quien esté notando estos síntomas en alguien querido no debe temer preguntarle directamente si está pensando en suicidarse y si es así, invitarle a hablar, ofrecerle ayuda y buscar todos los recursos existentes, que, por suerte, cada vez son más.  

Ana, 20 años. Su amiga se suicidó: «Deberían prohibir los grupos que en las redes sociales incitan a los jóvenes a quitarse la vida»
Con apenas 18 años se enfrentó al suicidio de una buena amiga y ahora con 20, Ana hace unas reflexiones muy maduras sobre el hecho y se muestra muy crítica con las redes sociales. «Nunca había vivido de cerca algo así y ahora me voy informando de que si alguien de tu entorno está mal y hace cosas que parecen raras tienes que prestarle ayuda y animarle a hablar de lo que le está pasando y sobre todo evitar que se meta en grupos que hay en las redes que incitan a los jóvenes a que lo hagan».

Se refiere, en concreto, a Telegram donde cree que su amiga -que meses antes de quitarse la vida cambió de estudios, de ciudad y de aspecto físico- encontró el 'apoyo' suficiente de voces anónimas que le empujaron a tomar una decisión tan drástica e incluso le dieron consejos. «Deberían estar prohibidos», añade, tajante. También cree que la salud mental no debe ser un tabú y se muestra satisfecha de que cada vez se haya normalizado más pedir ayuda profesional.

INFORMACIÓN DE SERVICIO

Grupo de apoyo a supervivientes de suicidio
Correos electrónicos: jflorenzo@yahoo.es y degamonal@gmail.com. También se les encuentra en Facebook como Grupo de Apoyo a Supervivientes de Suicidio. Formado por personas que han perdido a alguien por suicidio.

Teléfono de la esperanza
Atiende en los siguientes números:
947 10 71 09 / 647 907 096/ 717 003 717.

Grupo de apoyo a la prevención del suicidio
Creado desde el Ayuntamiento. Correo electrónico: prevenirsuicidioburgos@gmail.com. También se les puede encontrar en Instagram en la cuenta @prevencionsuicidio.burgos.

Asociación Prosalud Mental (Prosame)
Teléfono: 947 22 39 16. 
Correo electrónico: info@saludmentalburgos.org.

024
Línea de atención a la conducta suicida del Ministerio de Sanidad.

112
Teléfono de emergencias.