Alejandro Sarmiento

Cuerpo a tierra

Alejandro Sarmiento


Todo para nada

25/05/2023

Se iniciaba la noche absoluta cuando comencé a caminar, andaba a merced de mis pasos familiarmente inseguros y un poco a tientas. Buscaba eso, precisamente eso, saberme nadie en el albur de la noche blanca, escapar de las seguridades falsas, sentirme tierra, reconocer la ciudad embozado en la oscuridad, tanteando azarosamente entre los dedos el programa de actividades.

Nadie elige los lugares donde la memoria se abisma, los paisajes secretos en que la nieve del tiempo desaparece, el jardín escondido donde la fuente que mana pronuncia tu nombre, natural desembocadura de todas las sendas abiertas por las que desde siempre fluyen -nunca agostadas- las encontradas corrientes a veces muy silenciosas de la sabiduría y el arte. 

Que oigas tu nombre, o lo que es lo mismo que una creación, un espectáculo te llene y te siga, que sea tuyo, y a la vez no lo sea. Que ese cúmulo de sensaciones permanezca cuando lo que tuviste y sentiste cerca quede ya lejos. En ese paseo inolvidable del sábado me topé, en realidad lo hice antes, con La tortuga de Gauguin llevada a escena por la compañía francesa Lucamoros sobre una estructura de nueve metros de altura dividida en compartimentos que asemejaba a un retablo de maravillas, distribuido en tres pisos en los que seis artistas creaban arte moribundo y ferozmente vivo, mientras en la parte inferior una actriz y la música en directo se daban la mano por la magia del arte.

Ese es el espíritu del arte. El proceso. Esa es la genialidad del montaje de la Tortuga de Lucamoros. A esa insistente ida sin vuelta del todo a la nada, a esa ceniza de la nada, como decía José Hierro después de tanto, todo para nada.

Burgos, capital europea de la cultura, claro que sí, cuantos títulos se le concedan quedarán al alcance de sus infinitas posibilidades. Si los burgaleses quieren, Burgos lo tiene todo: tierra de orígenes, la Castilla del norte, hasta el fantasma de Franco en su mazmorra del Palacio. Burgos lo pone todo excepto las infraestructuras cuyo reto es el puente que ha de ligar el esplendor de nuestro pasado con ese futuro que en Burgos solo admite la granada forma de las esperanzas fundadas.

ARCHIVADO EN: Arte, Burgos, Noche Blanca