David Hortigüela

Tribuna Universitaria

David Hortigüela


La importancia de la investigación educativa

01/11/2023

La investigación educativa ha tenido un auge exponencial en las últimas dos décadas. Son multitud de publicaciones, basadas en fundamentaciones científicas, las que han demostrado los efectos de diversidad de variables en el desempeño académico del estudiante. Es de destacar que los resultados de estas investigaciones, que pueden leerse en unas líneas, llevan tras de sí meses, e incluso años de trabajo, ya que requieren de planificaciones, permisos e intervenciones en el ámbito escolar. El hecho de poder saber qué propuestas pueden favorecer la motivación del alumnado hacia las tareas, qué diseños metodológicos promueven la socialización de los estudiantes, o qué tipo de planteamientos educativos reducen las posibilidades de que exista acoso escolar en la escuela, no es ni mucho menos un tema baladí.

Es por ello que debería de primar la evidencia por encima de la ocurrencia. Utilizar la evidencia en el día a día del aula no tiene por qué ser costoso o conllevar una mayor carga de trabajo para el profesorado. Existen manuales, de sencilla aplicación, que permiten al colectivo docente incorporar determinadas prácticas y estrategias sencillas para promover cambios positivos en el aprendizaje de los discentes. Esto, que no hay que tomar como recetas (en educación no las hay), pueden suponer unas magníficas guías de orientación que el docente puede adaptar a su contexto. Ya sabemos que el contexto es determinante para adaptar las estrategias metodológicas que se apliquen en el aula, ya que cada centro educativo, profesorado, alumnado y familias tienen sus particularidades, pero el hecho de que cada uno sea diferente no debe de servir de justificación para no atender a las evidencias educativas.

Es importante destacar que esto no supone, ni mucho menos, modificar sustancialmente la manera de dar clase, pero si reajustar determinadas prácticas que redundan en un mayor aprendizaje. Aspectos tan relevantes como los efectos de mandar tarea para casa, la necesidad de incorporar descansos activos en las clases, la forma de mejorar las exposiciones orales, de gestionar el trabajo en grupo o cómo usar las nuevas tecnologías para mejorar la implicación del estudiante han sido ampliamente estudiados en la literatura. Por ello, carece de sentido mirar hacia otro lado y dar 'palos de ciego' sobre variables que han sido ampliamente evidenciadas. En este sentido, sería idóneo que la administración educativa otorgara formación al profesorado sobre este ámbito, así como la liberación de horas que le permitan planificar y reconducir sus prácticas en esta línea. Sobra decir que la mayoría del profesorado está sobrecargado de tareas y funciones, y en la mayoría de los casos llega hasta donde puede.

Por lo tanto, y bajo la premisa fundamental de que 'no todo vale', y de que el aprendizaje del estudiante, en todas sus esferas, es el principal fin de la escuela, tomar como referencia determinadas experiencias contrastadas debería de ser algo que el sistema educativo español debería de incorporar como práctica habitual. Si se busca la calidad educativa, investigación y docencia deben de ir de la mano, ya que son bidireccionales, yendo esto mucho más allá de las dichosas leyes educativas.