Albert Martínez López-Amor

Mar y Montaña

Albert Martínez López-Amor


Vinos y libros

28/03/2024

Parezco nuevo. Cada Semana Santa tengo la sensación de que estas cortas vacaciones van a durar un mes, así que me llevo al pueblo una cantidad de libros y vinos que nunca podré acabar. Aunque lo intentaré.

Hace unos días, como incluso en Burgos hacía sol y calor, pensé que estas fiestas de Pascua serían propicias para comidas al aire libre regadas con refrescantes vinos blancos. Así que me hice con unas cuantas botellas de albariño. Me atraen cada vez más los vinos atlánticos, no tanto por el clima húmedo como por la geología granítica común a todo el oeste peninsular. Creo que aporta un toque de mineralidad salina muy apetecible.

Tengo en el maletero albariños del valle del Salnés, de O Rosal y de la zona de Monção, en el norte portugués. La idea es comparar y disfrutar de la diversidad, incluso dentro de una misma variedad de uva y de un mismo espacio geográfico. Como me dijo un distribuidor de vino hace poco, los consumidores abandonan la seguridad previsible por el gusto de la exploración. Además, tengo mucha curiosidad por beber estos albariños con las carnes locales.

Ya estoy imaginándome unas lagrimitas ibéricas a la parrilla, la grasa en contacto con la acidez del albariño. Sería uno de esos maridajes de contraste de los que habla el sumiller Ferran Centelles, en su estupendo Qué vino con este pato. Es, por cierto, uno de los siete u ocho libros que llevo en la maleta. Otro es Comprender el vino, del experto Pedro Ballesteros. Se trata de un fascinante recorrido por las uvas, la historia y las zonas productoras de España. Lo voy leyendo a sorbos: cada página es todo un mundo que invita a nuevas conexiones. Contiene un breve apartado, muy interesante, centrado en la labor de recuperación, por parte del Itacyl, de variedades autóctonas de Castilla y León casi perdidas.

Yo he sido algo más previsible y, para mi segunda gran selección vínica, me he decantado por tempranillos de la Ribera. Seguramente resultarán más convenientes para el tiempo frío que nos va a tocar vivir. Me llevo varios vinos que tienen en común sus orígenes en zonas de gran altitud. Desde San Esteban de Gormaz, en Soria, hasta Fuentenebro, al sur de Burgos, pasando por Aldehorno, en Segovia. Para encontrarles un buen maridaje, volveré al libro de Centelles. Eso sí, a la lumbre de un buen fuego.