El enigma rupestre de Quintanilla San García

S.F.L./ Quintanilla San García
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El arqueólogo Alexis Armegol descubre que 2 de las 16 piezas artísticas expoliadas en España en el siglo XX y localizadas en un museo francés proceden de este pueblo, pero desconoce su emplazamiento exacto

El arqueólogo Alexis Armengol ha excavado en varios yacimientos, incluido el de Pico Tienda II en Hellín, en el que se le ve en la imagen. - Foto: A.A.

El trabajo final de máster del arqueólogo hellinero Alexis Armengol iba a consistir en un análisis de los materiales extraídos de varios yacimientos en los que ha participado en sus excavaciones en los últimos años, y que cronológicamente se pueden considerar contemporáneos al momento en el que se realizaron las pinturas rupestres. Su objetivo trataba de aportar un contexto material, cultural y ambiental, pero llegó la crisis sociosanitaria y el mundo se paró. Perdió un año y se vio obligado a replantear el proyecto y pensar en cómo poder investigar desde casa. 

Horas de lectura e indagación llevaron a que el arte prehistórico inundara su mente, sobre todo el aparecido en el Abrigo Grande de Minateda (Hellín, Albacete), del que poco se había escrito a pesar de su importancia. Comenzó a pedir libros, intercambiar impresiones con otros investigadores a través del correo electrónico, a consultar bases de datos y así fue como  destapó datos con los que construyó un relato sobre el arte rupestre en general y de la localidad manchega en particular.  

Todas sus pesquisas fueron a parar hasta Henri Breuil, una figura capital considerado por los franceses como el 'padre de la Prehistoria'. Pese a ordenarse como sacerdote dedicó su vida a la investigación, consagrando gran parte de ella al estudio del arte rupestre peninsular. «Descubrió dos abrigos en un lugar conocido como el canalizo del Rayo, en el entorno de Minateda. Cuando los estudió y describió dejó por escrito cómo ordenó arrancar una figura aislada de una cierva que trasladó al Instituto de Paleontología Humana de París. Con el tiempo algunos expertos se pusieron en contacto con dicha institución, que negaba poseer entre sus fondos ese fragmento, y al haber transcurrido casi un siglo la pieza se dio como desaparecida», explica Armengol.  

Pero gracias a su trabajo Análisis historiográfico del arte rupestre del conjunto de Minateda: evolución, problemáticas y debate,  el arqueólogo español ha descubierto que el francés se había llevado a su país 16 fragmentos del arte rupestre que encontró en España, entre ellos el animal de color marrón del que solo dejó un hueco en la pared. Al revisar la base de datos Joconde del Museo de Arqueología Nacional de Saint-Germain-en-Laye, a la que se accede a través de una plataforma abierta, se topó con la colección de piezas procedentes también de Cueva de las Sierpes (Fuencaliente, Ciudad Real), Covatilla de Rabanero (Solana del Pino, Ciudad Real), Quintanilla San García (Burgos), Garcibuey (Salamanca), Abrigos de la Sillá (Hornachos, Badajoz) y Las Batuecas (Salamanca). 

Consultó todas ellas, y pese a que muchos topónimos se encuentran mal escritos, no le resultó complicado situarlos. Breuil se dedicó a realizar prospecciones por toda la península, bajo el auspicio del Instituto de Paleontología Humana de París, cuyo mecenas era el príncipe Alberto I de Mónaco. Esos fragmentos los fue recogiendo entre 1912 y 1915 aproximadamente. Desafortunadamente, el manchego poco puede hablar de la mayoría de ellos. En concreto de las dos piezas catalogadas de San García, de las que se muestra convencido que pertenecen al «arte esquemático y que según las descripciones del inventario se tratan de restos de roca con trazados incisos geométricos». El catálogo de imágenes online del museo muestra fotografías de piezas de Castilla y León, pero lamentablemente las numeradas como 77688 y 77702, correspondientes a Quintanilla San García no se encuentran en dicho inventario.

El enigma que envuelve a estos fragmentos despierta la curiosidad no solo del investigador, sino de los propios vecinos de la localidad burebana, que desconocían el hallazgo, y por tanto, la posible procedencia del mismo. «Todo lo que rodea a estas piezas se traduce en un auténtico misterio. Su emplazamiento se desconoce y en las fichas de las mismas no se especifica nada más que San García, Burgos. ¿Será su procedencia real este pueblo? ¿Se referirá a otro lugar burgalés como la cueva de San García? Hay muchas incógnitas que espero que algún día queden resueltas», añade. 

Publicación de un libro. La sorpresa que supone localizar una colección de piezas prehistóricas españolas en los fondos del principal museo arqueológico de Francia no deja indiferente a nadie. El arte rupestre está declarado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Por ello, el investigador ha recopilado en el libro El Abrigo Grande de Minateda y la historia de la investigación del arte rupestre en el Campo de Hellín, la historia de los trabajos que se realizaron en dicho lugar y en su entorno. 

Repasa desde su descubrimiento para la comunidad científica en el año 1914 hasta la actualidad, relatando, a partir del análisis, estudios y la revisión de numerosos documentos, el devenir de la investigación a lo largo de más de un siglo de historia.