La entrada en el capital del grupo checo Cerva, que en 2019 se convirtió en propietario del 74% de la firma burgalesa Tomás Bodero, ha supuesto un antes y un después para esta compañía aún familiar. El nieto del fundador, también de nombre Tomás Bodero, aún conserva no obstante ese 20% de acciones que son necesarias para mantener ese título junto a su socio,Jesús Fernández. De este modo tienen el derecho a participar en las decisiones del consejo de administración. La integración en el holding empresarial, que cuenta con una importante presencia en el norte y este de Europa, avala que la actividad de Bodero aumente de forma progresiva año tras año.

El origen de la marca burgalesa se basó en el diseño y fabricación de guantes de protección para la industria, aunque desde hace un tiempo han dado un paso adelante. Al calzado de seguridad han sumado también la ropa de trabajo, dos proyectos con los que han ido de la mano y que están arrojando muy buenos resultados. De este modo, los 20 millones de euros que facturaban hasta 2019 pasarán a medio plazo, es decir, dentro de aproximadamente un lustro, a alcanzar los 40. «Hemos añadido otra línea de negocio, la de la ropa laboral, pero a la vez estamos estructurando mucho las ventas», reconoce el CEO Tomás Bodero, que confiesa estar «ilusionado» con los nuevos proyectos. Los 2 millones que ingresaron el año pasado gracias a esta nuevo plan de negocio pasarán a ser, si todo va según lo previsto, unos 10 en un lustro (...).

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