A finales de octubre de 2019, la Asociación Empresarial de Panaderías de Burgos (Aspanbur) y los sindicatos mayoritarios CCOO y UGT alcanzaron un acuerdo para suscribir un nuevo convenio colectivo del sector. Cuatro años después, ambas partes han vuelto a sentarse frente a frente para discutir las condiciones laborales de más de 430 trabajadores en toda la provincia. En total se contabilizan casi un centenar de compañías, muchas de ellas con una plantilla reducida.

Lo han hecho en un entorno radicalmente distinto al de la anterior convocatoria, ya que el incremento disparado de las materias primas o de la energía está llevando al límite a muchas empresas. Sea como fuere, la parte social reclama un marco laboral de tres años (2023-2025) con incrementos salariales del 3% en cada uno de los ejercicios de vigencia. Es más, incluso plantean el condicionante de una revisión a IPC real para evitar perder poder adquisitivo.

La patronal califica esta propuesta como «inviable» y se ciñe a los incrementos que ya se han repercutido durante los últimos ejercicios. «Nuestro planteamiento es la subida y la revisión anual, aunque podemos discutir que la actualización sea a final del convenio como en el anterior marco», asegura Alberto Quintano, miembro de CCOO presente en las negociaciones. Apunta que dentro de las doce categorías que conforman, hasta cinco se encuentran por debajo del salario mínimo interprofesional (SMI) en vigor, marcado en los 1.080 euros mensuales en 14 pagas.

Otra de las reclamaciones que han elevado ante la Confederación de Asociaciones Empresariales de Burgos (FAE) es la reducción de jornadas. En total, quieren reducir un día en 2023, otro en 2024 y dos en 2025. Con respecto a los domingos y festivos, plantean que todos sean de carácter voluntario frente a lo que dicta el actual convenio. «En estos momentos cada empresa puede obligar a trabajar a sus empleados la mitad de los domingos», indica Quintano.

Crisis severa. A falta de un análisis en profundidad que tendrá lugar esta tarde en el seno de la Asociación Empresarial de Panaderías de Burgos (Aspanbur), la patronal recuerda el delicado momento que vive el sector. «No podemos asumir esas cuantías porque no las podemos repercutir a nuestros clientes», defienden.

Recuerdan que las materias primas se han disparado, especialmente el precio de la harina o de la levadura. Además, el valor de la electricidad o el gas natural que emplean los hornos donde se cuece el pan está por las nubes, así como los carburantes para repartirlo por los municipios sin despacho propio.