Virtuosismo inconformista

ALMUDENA SANZ
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La joven trompetista, cantante y compositora Andrea Motis conduce al jazz por el camino del funk y neo soul en su nuevo disco, 'Loopholes', que lleva hoy a Cultural Caja de Burgos de la avenida de Cantabria

Clara Ruiz - Foto: Andrea Motis comparte la producción de este álbum

La biografía de Andrea Motis sorprende. Más que la de una joven de 27 años, parece la de uno de esos artistas de otra época, músicos virtuosos que empezaban a tocar cuando apenas levantaban unos palmos del suelo y dejaban un rico legado. A Andrea Motis le queda poco más de un mes para cumplir los 28 y ya cuenta con varios discos, colaboraciones con figuras como Quincy Jones, Omara Portuondo o Yo-Yo Ma, conciertos en los festivales más importantes de jazz del mundo... Y solo acaba de empezar. Su inconformismo la lleva a adentrarse en terrenos inexplorados. Una pequeña revolución dentro del jazz. El funk, jazz eléctrico, neo soul y otros ritmos de raíz se abren paso en su nuevo disco, Loopholes, un proyecto compartido con Christoph Mallinger y Steph Kondert, en el que también han trabajado otros músicos como Big Yuki y Gregory Hutchinson. Esta noche lo presenta en Cultural Caja de Burgos (19.30 h., 20 euros) dentro de Sesión B, el Festival de Jazz de la Fundación Caja de Burgos.

«Nació algo muy original. Un proyecto muy coral, con una grabación muy espontánea, que dio lugar a una fusión de músicos e ideas. La experiencia fue increíble», ilustra Motis, quien se erige aquí como una música inconformista, una aventurera en la búsqueda de un nuevo hallazgo, como este álbum en el que el jazz tradicional y los nuevos ritmos urbanos de aquí y de allá se acoplan como si siempre hubieran avanzado al mismo paso.

Sus 12 canciones levantan a Loopholes como una torre de Babel, con una coctelera imposible de sonidos y una paleta de lenguas -«cada idioma tiene su sonoridad»- que enriquecen el conjunto. Apuesta por la materna, el catalán, que, observa, es poco habitual en estas fusiones, pero también por el español, en la cumbia popular El pescador, que colorea de una manera especial, o el alemán, que se cuela en Calima, porque no la acababa de escuchar en ninguna, ni en inglés ni en francés, otras que salpican este trabajo.

Ella quita importancia a la etiqueta de artista precoz, pero lo cierto es que la persigue desde sus primeros pasos en el mundo de la música, que fueron muy tempranos. A los tres años entró en una coral de su barrio, a los siete empezó a aprender trompeta con Toni Gallart y a los 10 ya transitaba por el jazz con Joan Chamorro, con el que dio clases de saxo, menos presente ahora en su vida, pero que sigue ahí.

Eligió la trompeta por azar. «No había plazas para casi nada más y, casualmente, mi padre tenía una y me propusieron empezar con eso para entrar en la escuela», responde divertida. «La suerte de tener un buen profesor me fue motivando año tras año y decidí seguir». A cantar como solista también empezó por casualidad. Alguien tenía que hacerlo en la Sant Andreu Jazz Band. Probó y le gustó. Y los pinitos en la composición llegaron con Emotional Dance, donde incluyó tres temas propios, una tónica que repitió en sus siguientes discos.

Pese a esta trayectoria vertiginosa, confiesa no sentir el peso de la responsabilidad ni presión más allá de la normal. «No lo vivo así. Llevo diez años con esta profesión y el mismo nivel de exposición. Tampoco siento los focos sobre mí. Somos muchos, hay interés en muchas artistas», destaca sabedora de los tiempos en la música, con momentos para compartir con el público y para vivir en la intimidad.

Siente Motis que con Loopholes arranca una nueva etapa. «Estos últimos tres años han sido una época de grandes cambios. No empiezo de cero a nivel profesional, pero sí con otra frescura, muchas ideas, artistas con los que quiero colaborar... Me han traído cosas muy bonitas, muchos aprendizajes y más energía», señala al tiempo que marca la pandemia y la maternidad (en verano nacerá su segundo bebé) como dos importantes puntos de inflexión en su trepidante carrera en un mundo jazzístico con mucho aún por descubrir.