Ya antes de la pandemia, la Jefatura Provincial de Tráfico advirtió un preocupante incremento en los positivos de drogas en los diferentes controles que realizaba la Guardia Civil. Test que, por cierto, suelen ser muy selectivos por el tiempo de espera de resultado, que hacen inviable un ritmo similar a los de alcoholemia. Esa inquietud se trasladó en la capital a la Policía Local, que el año pasado constató esa tendencia. Los conductores denunciados por consumir estupefacientes se duplicaron con respecto al año anterior y alcanzaron la cifra más alta de la década. Los mandos han decidido incrementar las pruebas para frenar esta dinámica. 

Según la memoria de la Policía Local, en 2022 se tramitaron 131 denuncias administrativas por consumo de drogas al volante, cuando el año anterior se notificaron 59 y en 2019, previo a la pandemia, 71. También hubo un incremento de positivos por alcholemia, aunque en este caso no tan pronunciado si lo comparamos con ejercicios pasados. El intendente jefe del cuerpo, Félix Ángel García Llorente, reconoce que el principal problema está actualmente en las sustancias. 

La prueba más evidente de esa tendencia es que el incremento de los positivos por consumo de drogas al volante no ha ido acorde con un mayor número de controles realizados. García Llorente asegura que se hicieron los mismos, o incluso menos, que en años anteriores: «Los agentes tenían orden de ser muy selectivos por el tiempo que tarda en salir el resultado. Tenían que tener una sospecha clara».

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