Negro futuro de las escuelas municipales de dibujo y dulzaina

I.L.H. / Burgos
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El centro Mateo Cerezo lleva desde la pandemia sin abrir y el dedicado a la música no pudo arrancar el pasado otoño. Las complicaciones de sus convenios con la Gerencia de Cultura dificultan su apertura

La Escuela Municipal de Dulzaina se creó en 1979.Hasta el curso pasado -que estuvo cerrado- por el centro pasaban un centenar de alumnos y alumnas al año. - Foto: Valdivielso

Estamos en septiembre y no hay visos de que las matrículas puedan abrirse ni para la Escuela Municipal de Dibujo Mateo Cerezo, que tiene su sede en la Casa de Cultura de Gamonal, ni para la Escuela Municipal de Dulzaina, que se ubica en la calle San Lorenzo. La primera lleva cerrada cuatro años y la segunda dejó de impartir sus clases el curso pasado, ambas por una cuestión similar: la financiación que no pueden afrontar por las complicaciones que arrastran con los convenios que mantienen con la Gerencia Municipal de Cultura.

«De momento no sabemos nada nuevo y, aunque nos pese, damos otra vez el curso por perdido. Es una pena que el Ayuntamiento haya dejado morir una escuela que llevaba treinta años funcionando, impartiendo clases a un centenar de chavales y haciendo actividades culturales paralelas», se queja Cristino Díez, miembro de la Asociación de Artistas Plásticos de Gamonal, que gestiona el centro.

En el caso de la de dulzaina, abierta desde 1979 y con cerca de un centenar de músicos sumando las delegaciones que tiene en Capiscol y San Cristóbal, cruzan los dedos ante una posible solución, pero su futuro pinta igual de negro por las trabas burocráticas. Aun así, desde la escuela prefieren esperar a mantener la reunión que les prometió la alcaldesa, Cristina Ayala, antes de pronunciarse.

En ambos casos el problema es la imposibilidad de firmar nuevos convenios ante justificaciones atascadas y las deudas que arrastran por el retraso en el pago de las subvenciones aprobadas o de aquellas que no se llegaron a firmar por impedimento legal.

El curso académico no arranca bien para estas instituciones que suman 30 y 40 años de actividad, porque aunque la Gerencia Municipal de Cultura dice estar trabajando en ello, el anterior equipo de Gobierno ya se enfrentó a las dificultades para desatascar esta situación el curso pasado y, finalmente, se dio por perdido. Y cuando algo así ocurre en escuelas como estas, volverlo a abrir, recuperar el ritmo y la confianza del alumnado, y buscar profesores disponibles es una tarea complicada.

Búsqueda de soluciones. Aun así, la presidenta de la Gerencia de Cultura, Marta Alegría, no da la batalla por perdida y lamenta que se dé esta situación, aunque reconoce que las trabas son las que son: «Es una pena. Son dos instituciones fundamentales para la ciudad y haremos todo lo posible por ponerlas en funcionamiento», afirma.

«El tema está encima de la mesa y estamos trabajando para solucionarlo. En el caso de la Escuela Municipal de Dulzaina está sin justificar la subvención de 2016. Ese problema, que se acarrea desde entonces, es al que hay que buscarle una solución. Pero es complicado».

Pese a esa piedra en el camino que arrastran desde 2017, el centro que mantiene viva la música de este instrumento siguió dando clases los cursos siguientes. Pero al no ingresar los 20.000 euros de los convenios de 2018 y 2019, que no se pueden firmar con el Ayuntamiento si no se zanja el anterior, tuvieron que dejar de pagar la luz y el agua y después de la pandemia -cuando retomaron las clases- les cortaron el teléfono.

En el caso de la Escuela Mateo Cerezo, la Gerencia Municipal de Cultura dice estar «pendiente del reinicio de la actividad», que no se ha recuperado desde la covid-19 por el mismo problema financiero: «Tenemos que estudiarlo también y valorar lo que se puede hacer. Vamos a intentar sacarlo adelante», concreta la concejala. 

El responsable del centro ya mostró su desánimo el curso pasado, después de enfrentarse a lo que consideran «diferencias de criterios» entre el Consistorio y la asociación que lo gestiona y no poder contar con la subvención de 15.000 euros. Entonces Cristino Díez aludió a un posible cierre definitivo ante una situación que definió como «insostenible».