El regalo han sido ellos

R.E.C. / Burgos
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Casi una veintena de niños y niñas saharauis, de entre 8 y 12 años de edad, regresaron ayer a sus hogares en el campamento de Tindouf tras pasar dos meses con familias de acogida

La sede de la Asociación Burgalesa de Amigos del Pueblo Saharaui vivió ayer una jornada de sentimientos encontrados para todos. - Foto: Patricia

Las despedidas siempre son difíciles de gestionar y duras de sobrellevar. Más aún, después de establecer una conexión tan bonita y fuerte como la que une a los niños con sus familias de acogida. La ilusión e inquietud por reencontrarse y conocerlos por primera vez hace ahora dos meses se volvió ayer en una extraña sensación de melancolía que inundaba el ambiente y empañaba algún que otro ojo, pero también de felicidad por volver a ver a los suyos después de tanto tiempo.

Las emotivas y cariñosas escenas de despedida se repitieron una y otra vez en cada familia de acogida que ayer a las 16 horas del mediodía decían adiós, en la sede de la Asociación Burgalesa de Amigos del Pueblo Saharaui, a los casi una veintena de niños y niñas entre 8 y 12 años de edad procedentes del campamento de refugiados de Tindouf, en Argelia, que han pasado parte del verano con ellos antes de partir hasta el aeropuerto de Valladolid para regresar a sus casas.

En sus maletas se llevan multitud de recuerdos y experiencias que difícilmente olvidarán gracias al programa 'Vacaciones en paz' que lleva a cabo esta organización desde 1997. Prueba de todo este tiempo es Cristina, veterana del programa, que este año ha acogido a Jaite, una niña de 8 años, pero que mucho antes hizo lo propio con su madre y su tía. «Es una experiencia muy bonita por la que debería pasar mucha gente para valorar las cosas», afirma. Un hecho que a buen seguro apreciará la pequeña quien durante este periodo estival ha experimentado la sensación de montar en barco, ha aprendido a andar en bicicleta, a tener alguna noción de natación e incluso hasta barrer, «le hacía gracia», señala.

El caso de Cristina es uno de esos hechos que Eduardo Heras, presidente de la asociación, califica de «curiosos», «ya que se ve las ganas que tienen estas familias por reencontrarse con ellos y el vínculo tan fuerte que se crea». Como también le pasó a Carmen, que ayer, involuntariamente, acaparaba las miradas al convertirse en mamá hace tan sólo una semana, pero eso no le ha impedido volver a juntarse un verano más, y ya es el segundo, con Isan, de 9 años de edad, quien admite no haber parado, yendo incluso al cine. «Este año ha sido más fácil porque él ya conoce el idioma, el pasado fue un poco más complicado».

Otra Cristina, esta vez primeriza, se ha estrenado este año en ser familia de acogida junto a su pareja. Juntos han dado un verano inolvidable a Mulai, un niño de 9 años procedente de El Aaiún. «La experiencia personal es súper gratificante (...)».

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