¿Es importante la edad a la hora de trabajar?

G. ARCE / Burgos
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Sorprende que en una sociedad como la burgalesa, cuya media de edad está en torno a los 47 años (y creciendo), su mercado laboral ponga trabas a un trabajador que haya sobrepasado los 45 años

La experiencia y conocimientos de los trabajadores séniors son más necesarios que nunca. - Foto: Luis López Araico

En una sociedad envejecida como la burgalesa y con crecientes problemas para cubrir las vacantes de su mercado laboral, es importante no prescindir de nadie que pueda aportar algún valor añadido antes de que finalice su vida laboral. Está claro que si no hay jóvenes para cubrir las necesidades de personal de las empresas, es obligado replantearse el trato y la atención a esos perfiles más maduros que el sistema se empeña en mantener en el limbo del desempleo. 

Sorprende que en una sociedad cuya media de edad está en torno a los 47 años (y creciendo), su mercado laboral ponga trabas a un trabajador que haya sobrepasado los 45 años y, lo que es más penoso, lo descarte como desempleado, con los costes económicos multimillonarios y personales que ello conlleva.

Desde hace tiempo, crece el debate en torno al edadismo que impera en las empresas y en la sociedad en general, esa discriminación de un trabajador o trabajadora por los años que tenga, no por su valor. Es un recelo generalizado, que tiene su reflejo en las listas del paro y, especialmente, en el de larga duración, que no deja de crecer y consolidarse. 

La mujer, cuya carrera laboral se ve muchas veces interrumpida en el tiempo para dedicarse a la atención de los hijos o de personas mayores dependientes, es la principal víctima de este mal silencioso, que constituye una discriminación más por sexo. 

Ante ello, explican desde la Cámara de Comercio, se están primando los candidatos a una oferta de trabajo sin edad, es decir, con currículum que destaquen conocimientos, experiencia y valores por encima de la fecha de nacimiento del aspirante. Asimismo, la tendencia es a que fotografía de perfil desaparezca también de la contratación, para que la imagen visual del candidato o candidata no provoquen un primer y definitivo rechazo a una demanda de empleo.

El reto pasa por primar y generalizar las políticas de contratación de séniors entre las empresas y adaptar los puestos de trabajo y las funciones a las características de estos trabajadores. La realidad está ahí: su experiencia y conocimientos son más necesarios que nunca. 

Las Cámaras de Comercio, impulsadas desde Cámara España, están intentando cubrir ese desajuste de edades en el mercado con iniciativas como  45+. En el caso de la burgalesa, los séniors ya han pasado a ser parte de una formación que atiende una media de 230 desempleados cada año. 

Una treintena de ellos se ubican en el nuevo programa 45+, que ha arrancado la pasada primavera, y los 200 restantes son los jóvenes menores de 30 años que participan en el PICE, el Programa Integral de Cualificación y Empleo, que lleva funcionado con éxito y una alta tasa de inserción desde el año 2015. En el mismo se capacita a los jóvenes y se fomenta su movilidad para que realicen prácticas en empresas europeas.