El cielo en la tierra

L.N. / Aranda
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Críticas a la CHD al inundarse tierras de cultivo en la Ribera. Advierten de que se han eliminado los arroyos y el nuevo diseño tras la concentración parcelaria no funciona en algunos pueblos. También se vigila al Arlanza. Hoy se prevé lluvia y nieve

Alrededor de 200 hectáreas de diversos cultivos han quedado encharcadas en Gumiel de Izán tras el paso de la borrasca Irene. En la linde con Quintana del Pidio, el agua inundó una cantidad considerable de parcelas y caminos, al tiempo que llenó por completo las cunetas y dejó impracticables unos cuantos tramos. Durante horas, como detalla el viticultor Daniel Maestre, el río Gromejón bajó por las tierras. A su juicio, el problema radica en que, tras la concentración parcelaria que se ha acometido, «se han eliminado todos los arroyos que había tradicionalmente» y con el nuevo diseño tanto las fincas como los caminos se encharcan. Maestre lamenta que antes de llevarse a cabo la concentración la vega estaba «llena de arroyos», pero como ya no existen, la anegación no ha tardado en producirse y eso que, aunque ha llovido, tampoco ha caído un diluvio. En los últimos siete días rondan los 50 litros.

A ello se suma, según apuntan varios agricultores, que la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) ni les concede la autorización para acometer la limpieza de los cauces «ni tampoco lo cuidan ellos». Así que «se sale el agua a los cultivos y se estropearán porque están encharcados», como advierte Maestre. La mayoría es cereal, del que se pudrirá la raíz. Además, el maíz, ya seco, no se había llegado a cosechar y ahora, con tanto agua, resulta imposible recogerlo. Asimismo, el río Gromejón ha inundado tierras fértiles, en las que los agricultores tenían sembradas las semillas para el año que viene. «Se pudren», asegura Maestre, que reclama que Castilla y León diseñe un plan para guardar este agua, máxime después de los dos últimos años de sequía. Pero no sólo eso. Las previsiones para hoy apuntan a que lloverá de forma intensa e incluso nevará, por lo que muchos vecinos de la Ribera del Duero se temen lo peor. Estas circunstancias obligan a incrementar aún más la vigilancia, tras unos días en los que han subido mucho los caudales.

El agricultor Hernán Arandilla en una de las tierras que cultiva en la localidad ribereña de Fuentecén y que ayer por la mañana ya se encontraba parcialmente inundada.
El agricultor Hernán Arandilla en una de las tierras que cultiva en la localidad ribereña de Fuentecén y que ayer por la mañana ya se encontraba parcialmente inundada. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

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