Termalismo, recurso de otra época

Gadea G. Ubierna / Burgos
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La provincia solo tiene en activo el balneario de Corconte, pero antiguamente llegó a tener más de media docena. Los últimos intentos por aprovechar el potencial que Burgos tiene en este sentido han fracasado

El balneario de Corconte lleva más de cien años en activo. - Foto: Alberto Rodrigo

El Porvenir de Miranda, Soportilla, Cucho, Salinas de Rosío, Montejo de Cebas, Fuensanta de Gayangos, Arlanzón, Valdelateja o Corconte son los nombres de los balnearios más importantes que han funcionado en la provincia en distintos momentos enre el siglo XIX y la actualidad e, incluso, de forma simultánea. Las aguas mineromedicinales de la provincia fueron durante décadas fuente de riqueza para las localidades en las que se encontraban estos complejos, pero si el siglo XX acabó conviertiendo esta actividad en algo residual, el XXI amenaza con ponerla directamente en vías de extinción. De hecho, la otrora provincia con abundante oferta para ‘tomar las aguas’ ya solo tiene un balneario en activo, el de Corconte, y los más o menos recientes intentos por resucitar o poner en pie otros nuevos centros en Llano de Bureba o en Medina de Pomar, por ejemplo, están paralizados o han fracasado. Y eso por no hablar de casos como el de Valdelateja, en el que disputas locales primero y trabas administrativas después han provocado que vaya a cumplir el quinto año de cierre.

El potencial de algunos manantiales de Burgos parece reconocido y, de hecho, en la última edición del Día del Turismo de Castilla y León, celebrado en Aranda el pasado septiembre, se dedicaron varias ponencias a las posibilidades del agua como fuente de riqueza desde un punto de vista turístico y medicinal. Mucho antes, en los años noventa, los geólogos  José María Ruiz Hernández y José Ángel Díaz Muñoz habían publicado un documento titulado Las aguas minerales como patrimonio hidrogeológico histórico de la provincia de Burgos en el que analizaban cuáles eran las principales características de los manantiales que promovieron la apertura de los ya citados balnearios o de otras fuentes populares mineromedicinales con tradición en la provincia. Y ambos geólogos concluían su texto destacando que «un conocimiento profundo del funcionamiento hidrogeológico de alguno de estos manantiales, de sus recursos y de las propiedades de sus aguas puede ayudar, por una parte, al desarrollo comercial y a devolver a la provincia el reconocido prestigio con el que contaba en materia de aguas minero medicinales y, por otra, a la protección de algunos de ellos como valores del patrimonio hidrogeológico histórico de Burgos».

Sin embargo, la historia reciente demuestra que poner en marcha proyectos de esta envergadura conlleva una tramitación administrativa tan larga y compleja que, como ya ha ocurrido en más de una ocasión, acaba por lastrar los proyectos planteados en diversos manatiales.

En este momento, hay siete localidades con riachuelos cuyas aguas han conseguido la declaración de termal o mineromedicinal, pero solo en dos casos la Junta ha llegado a autorizar el funcionamiento de balnearios:  Corconte y Valdelateja. En el primer caso, hay testimonios que apuntan a que la actividad termal en este manantial del Valle de Valdebezana se remonta a 1850, aunque el primer balneario no se construyó hasta 1870 y las aguas no se declararon de utilidad pública hasta 1883. En sus instalaciones reposaron Alfonso XIII y Antonio Maura, entre otras personalidades ilustres de la época, atraídos, se supone, por las propiedades terapéuticas de las aguas, especialmente recomendadas para los cálculos renales y enfermedades reúmaticas, según apuntan los geólogos Ruiz y Díaz.

Hoy en día es el único balneario de la provincia en activo, a pesar de que el de Valdelateja, en el Valle de Sedano, también tuvo autorización administrativa de funcionamiento hasta hace cuatro años. Los geólogos José María Ruiz y José Ángel Díaz indican que el establecimiento primitivo se fundó a comienzos del siglo XX y funcionó de manera ininterrumpida hasta mediados de los años cincuenta. Entonces pasó a manos de una orden religiosa (hermanos Paúles) y se siguió explotando como hotel y balneario con diversas interrupciones hasta que en 2009 tuvo que cerrar por la lucha entre los dueños del balneario y la junta vecinal de Valdelateja por la propiedad y aprovechamiento de los manantiales. Y a pesar de que los tribunales ya han concluido que la orden religiosa es la propietaria, sigue habiendo trabas administrativas que impiden la reapertura. En concreto, por la delimitación del perímetro de los manantiales, un asunto que lleva años estancado en la sección de Minas de la Junta.

Paralizados

Y este no es el único proyecto paralizado. En Burgos hay otras cinco localidades cuyas aguas tienen la declaración de termal o minero medicinal (Vilviestre de Muñó, en Estépar; Arlanzón; Gayangos, en la Merindad de Montija; y Cucho, en el Condado de Treviño) y si bien es cierto que el prestigio que llegó a tener el balneario de Cucho no ha sido suficiente aliciente como para que sus actuales propietarios (orden franciscana) se decidan a promover ninguna iniciativa empresarial -tampoco en Gayangos, cuyo balneario es de los más antiguos de la provincia- en Llano de Bureba sí lo hicieron, pero con escaso éxito. Muchos lectores de este periódico y vecinos del entorno de la localidad recordarán la cantidad de páginas publicadas al respecto de un macroproyecto que en un principio incluía, además del hotel termal, campo de golf y 250 viviendas, prometía 240 puestos de trabajo y una inversión de 60 millones de euros. Diez años después, en Llano de Bureba sigue sin haber nada más que la intención de la empresa que iba a promover el complejo y la voluntad del Ayuntamiento por agilizar al máximo los trámites que, sin embargo, encontraron múltiples trabas en la administración.

En este sentido, fuentes de la delegación territorial de la Junta explican que «una vez obtenida la declaración de las aguas, para obtener la autorización del aprovechamiento hay que presentar un estudio hidrogeológico con una propuesta de perímetro de protección para garantizar que externamente no se afecte a las aguas y un proyecto de aprovechamiento viable que, en el caso de unas aguas termales o minero medicinales, sería un proyecto de instalación balnearia, con la complejidad que ello conlleva, instalaciones, tratamientos, la parte hotelera, etc.». Así que, en los casos en los que no es posible ir más allá de la declaración, la Junta alega que es porque «en ningún momento han llegado a presentar un proyecto viable».

Y a esto hay que añadir los casos en los que en los últimos años se solicitó declaración de aguas con intención de promover un complejo termal que, al final, ha quedado en nada. Es lo ocurrido en Montejo de Cebas, en el Valle de Tobalina, donde a mediados del siglo XIX se puso en marcha un balneario, hoy abandonado, pero que un empresario vasco trató de resucitar en el año 2003. Sin embargo, la falta de financiación por parte de los bancos le ha obligado a paralizar la construcción de un nuevo hotel y el expediente, según fuentes oficiales de la Junta, «se ha cancelado». Falta por ver si los expedientes de Gobantes, en Medina de Pomar y el de Ladrero-Cuestalrío, en el Valle de Sedano, concluyen con visto bueno administrativo, aunque por el momento no parece que vaya a ser así porque en la delegación territorial de la Junta aseguran que ambos llevan años «parados».