Estruendo, gritos y acordes en Briviesca

S.F.L. / Briviesca
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Cientos de personas se concentraron ayer en la plaza Santa María para escuchar el pregón de José María Ortiz, dar la bienvenida a la nueva corte real y botar de emoción tras el chupinazo

Las cálidas temperaturas acompañaron un acto inaugural de las fiestas de Nuestra Señora y San Roque cargado de emoción, en el que hubo derroche de abrazos y no faltaron lágrimas. - Foto: Patricia

Los viernes de verano siempre son moviditos en Briviesca. El mercado, los vecinos de los pueblos se acercan para rellenar los frigoríficos de cara al fin de semana, los repartidores ultiman los viajes con el fin de que ningún establecimiento se quede sin género y en las calles se respira un ambiente más animado. Pero el de ayer llegaba con regalo. El revuelo en el centro de la ciudad, los banderines, las luces y el montaje de un pequeño escenario fueron las pistas clave para los pocos (turistas) que todavía no sabían que comenzaban las esperadas fiestas de Nuestra Señora y San Roque. 

Desde por la mañana se palpaba en el ambiente que los más jóvenes se preparaban para dar la bienvenida a sus jornadas preferidas del año. También los adultos. Música en altavoces, bolsas repletas de hielos y bebida y alguno que otro vistiendo parte de la indumentaria festiva marcaron el inicio de todo lo que estaba por llegar. Ya por la tarde, las cálidas temperaturas animaron más si cabe a los perezosos a salir y acercarse hasta la plaza Santa María para disfrutar del primer acto oficial. Los 29 grados que marcaba el termómetro a las 20 horas fueron un aliciente para que en el lugar se abarrotaran cientos de personas ilusionadas por la escena que presenciarían en cuestión de minutos. 

Muchos briviescanos, pero también visitantes, como Gema, que acabó en la Bien Trazada por casualidad y aprovechó para tomar algo y contemplar el acto, se agolparon antes de que el reloj diera la hora punta portando sombreros y gorras para protegerse de los rayos de sol y vistiendo sus mejores galas (y las más frescas). Como manda la tradición y con puntualidad inglesa, la ceremonia arrancó con el izado de banderas a cargo de las autoridades y con la melodía del Himno Nacional sonando de fondo, interpretado por la Banda Municipal de Música. A continuación, David, más conocido como Dito, maestro de ceremonias, presentó al nuevo concejal de Festejos, José María Alonso, que tomó aire, se dirigió al estrado y  saludó a los presentes. «Aprovechemos para llenar las calles de buen ambiente, de cordialidad y como no, de anécdotas para contar, siempre desde el respeto y la cordura que esta ciudad se merece», declaró. Antes de terminar su discurso agradeció a la corporación anterior «su esfuerzo en la elaboración de una programación tan diversa». También mencionó a las peñas y asociaciones y recordó que «sin su colaboración no sería posible».  

El alcalde, José Solas, que guarda grandes recuerdos de su etapa como concejal de Festejos y teniente de alcalde desde 1987 a 1999, tomó el relevo y con una sonrisa de oreja a oreja se acercó el micrófono y animó a «participar de la forma más activa posible en estas fiestas».

Tras sus palabras llegó el turno del momento más emocionante de la tarde, la proclamación de la reina mayor y su corte real. No faltaron las pancartas de fabricación casera con frases dedicadas para cada una de las jovencitas que fueron nombradas entre vítores y confetis de colores en el aire. 

Por último y entre aplausos interminables accedió al escenario el historiados y exalcalde de la ciudad, José María Ortiz. No hay año que se pierda la lectura del pregón y acostumbrado a disfrutar de la ceremonia desde la barrera, semanas atrás confesó sentir «cierto miedo escénico» al enfrentarse en un día tan señalado a los vecinos de toda una vida. Con un discurso un poco más extenso de lo habitual, puso en valor el lugar en el que se encontraba. 

El tradicional chupinazo anunciador voló por los aires y dio paso a que los Gigantes y Cabezudos, ansiosos por 'dar la tarde' a los más pequeños, hicieran de las suyas. Todos desalojaron la plaza para refrescarse con una bebida y bailar al son de los mariachis y los Villanos del Ruido.