«Quintanilla de las Viñas es un lugar muy tranquilo, para reposar y descansar del estrés y el jaleo»

B. Antón
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Miguel Ángel PortugalEx futbolista profesional y entrenador

Portugal se muestra orgulloso del patrimonio de Quintanilla, cuyo máximo exponente es la ermita visigótica.

Miguel Ángel Portugal, ex jugador y entrenador de fútbol, disfruta de unos días de descanso en Quintanilla, donde nació y se relaja dando paseos, andando en bici y compartiendo momentos con familiares y los amigos de toda la vida.

En sus calles ha pasado alguno de los mejores momentos de su infancia durante los largos veranos que disfrutaba en casa de sus abuelos y donde la única preocupación que tenía era jugar y encontrar un balón al que darle patadas. Años después y con una exitosa carrera en el mundo del fútbol a sus espaldas, Miguel Ángel Portugal Vicario regresa siempre que puede a Quintanilla de las Viñas, donde se reencuentra con familiares y amigos y donde disfruta de las pequeñas cosas y de la tranquilidad que le ofrece el pueblo donde nació.

Miguel Ángel también participa activamente en las tradiciones locales.Miguel Ángel también participa activamente en las tradiciones locales. El destino, o más bien la decisión de su madre, como él dice, hizo que naciera en la localidad burgalesa aunque sus padres por entonces residieran en el municipio guipuzcoano de Elgoibar. «A mi madre se le antojó que tenía que nacer en su pueblo y me trajo a nacer a la casa de mi abuela Daniela. Poco tiempo después hizo lo mismo con mi hermano. Viví en Elgoibar hasta los cuatro años y después trasladaron a mi padre, que era Guardia Civil, a Burgos y nos vinimos todos. Nunca hemos vivido en Quintanilla, pero he venido mucho, y recuerdo los veranos en casa de mis abuelos. Me pasaba aquí tres meses», relata Portugal, apellido con el que es conocido profesionalmente y que proviene de la también localidad burgalesa de La Revilla, de donde es su padre y donde también acude para reunirse con sus primos y tíos.

De todos esos veranos en casa de la abuela Daniela, donde era el nieto mayor, recuerda que se lo pasaba ‘bomba’. «Era otra época, donde se trillaba, se segaba, se acarreaba, se beldaba… Todas esas palabras que ahora a los niños les suena a chino. No ayudaba a mis abuelos porque era aún pequeño. Ellos trabajaban en las labores del campo y yo me divertía con mis amigos. Jugábamos en la calle, pero sobre todo al fútbol. Lo hacíamos con balones de aquella época, que a veces, si se tenía, eran de cuero o de plástico y sino, jugábamos con cualquier cosa que encontráramos, algo que rodara y se pudiera golpear», recuerda Portugal. Una época donde aún no sabía que aquellos balones se iban a convertir en un inseparable compañero de viaje durante su vida.

Siempre que sus compromisos profesionales se lo permiten, Miguel Ángel Portugal busca unos días para relajarse en Quintanilla, como ahora, que está pasando dos semanas disfrutando de la compañía de sus padres, que habitualmente residen en Burgos. «Hacía tres años que no venía porque no he podido y tenía muchas ganas de estar aquí, con mi familia, con los amigos y con la gente del pueblo. Es un lugar muy tranquilo, para reposar y descansar del estrés y del jaleo».

En Quintanilla, Miguel Ángel disfruta de las cosas sencillas, de paseos por el campo, de subir a Peñalara, de rutas en bicicleta hasta los pueblos cercanos y sobre todo, de los momentos que pasa con sus amigos, con los que antes compartía juegos y con los que sigue conservando una gran amistad. «Siempre he mantenido la relación con mis amigos del pueblo y me siento orgulloso de haber estado con ellos de pequeño y de mantener esa amistad en la actualidad. Ya no jugamos al fútbol, porque somos más mayores y también menos. Ahora jugamos por la tarde o por la noche a las cartas en la cantina, al mus o al subastado, y estamos muy entretenidos», relata Portugal, que durante las fiestas de la localidad, el fin de semana pasado, participó de manera activa en los distintos actos programados, como el campeonato de futbolín.

Para el entrenador, su pueblo es maravilloso. “Aunque somos pocos, tenemos de todo: una ermita visigótica del siglo VII, una de las pocas joyas visigóticas que quedan en España y que a mi me gustaría que estuviera más cuidada, pero claro hay tanto patrimonio que no es fácil; y también huellas de dinosaurios y muchas cosas interesantes cerca, como el dolmen de Cubillejo”.

Orgulloso de su origen, para este deportista no hace falta estar en grandes sitios para conseguir grandes cosas. «Siendo de un pueblo tan pequeño hemos llegado a cosas importantes y eso es motivante para toda la gente, también para los niños del pueblo, que ahora están aquí de vacaciones y cuando me ven por ahí me conocen y me ven un poco como una referencia. Las cosas se consiguen desde los rincones más recónditos, porque ¿quién me iba a decir a mi que nacido en este pueblecito iba a llegar a jugar en el Real Madrid o en la selección olímpica y a entrenar en Primera División?», señala rodeado de sus vecinos y familiares.

Futuro

Hace poco más de un mes que Portugal ha regresado de Brasil después de un periplo de dos años por Sudamérica y que le ha llevado primero a entrenar durante año y medio al Bolivar, en Bolivia y durante medio año al Atlético Paranaense, en Brasil.

«La experiencia de Bolivia fue muy bien, ganamos un Torneo Clausura y una Copa de Invierno, y en Brasil jugamos la Copa Libertadores, hicimos un buen campeonato, pero no logramos pasar a cuartos. La Liga se cortaba por el Mundial en junio y yo ya estaba con morriña de volver a España. Hablé con el presidente y le expliqué que no quería continuar allí, que me quería quedar en España. Dos años fuera pesan y tenía ganas de estar aquí», señala.

Su intención, al dejar Brasil, era poder entrenar de nuevo en la liga española, pero... «de momento toca esperar porque todos los equipos disponen ya entrenador. Es lo que tiene nuestra profesión, o empiezas entrenando a un conjunto a principio de campaña o hay que esperar a que quede algún puesto libre según avance la temporada. He estado dos años fuera y ahora mi intención es poder estar en España. Si el tiempo pasa y no surge nada, miraré otras cosas fuera», relata el ‘profe’, como le llamaban los jugadores a los que entrenaba en Brasil.

Mientras espera, Miguel Ángel Portugal seguirá viendo fútbol y haciendo muchas otras actividades relacionadas con este deporte, como comentar partidos en radios o televisiones o dar conferencias, “cosas que siempre he estado haciendo además de entrenar”, cuenta el burgalés, que tiene fijada su residencia en Madrid.