Más flora y fauna para mejorar los cultivos de cereal y uva

R.E. MAESTRO / Burgos
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El plan de Secanos Vivos, gestionado en la provincia por la Fundación Oxígeno, comienza en Tubilla del Lago, La Aguilera y Adrada de Haza con la instalación de cajas-nido y charcas y la plantación de árboles

Jesús Lázaro, que lleva 28 años en la agricultura ecológica, muestra la charca creada en una de sus fincas de Adrada de Haza para que beban o habiten animales. - Foto: L.N.

El proyecto Secanos Vivos pretende mejorar los cultivos de cereal y viñedo a través de buenas prácticas agroambientales y soluciones basadas en la naturaleza, con el objetivo de que esa mayor biodiversidad permita obtener a los agricultores una rentabilidad superior. SEO Bird Life se encarga de su coordinación a nivel nacional y en la provincia burgalesa lo gestiona la Fundación Oxígeno, que ya ha arrancado esta iniciativa en las localidades de Tubilla del Lago, La Aguilera y Adrada de Haza.

La iniciativa se concreta con acciones específicas como la colocación de cajas-nido en las tierras con el fin de que sirvan de refugio a diversas aves rapaces para «controlar plagas de roedores y de insectos». Así, se pretende que echen raíces en el entorno cernícalos, lechuzas o murciélagos para que ayuden a minimizar los posibles daños en el campo sin emplear productos tóxicos. La plantación de árboles y arbustos en diferentes puntos de las fincas o la construcción de charcas para animales se alzan como otros dos puntos importantes de la estrategia, aunque a eso se suman los estudios de insectos o la formación en agricultura ecológica.

«Hasta ahora hemos tenido una agricultura más intensiva donde se han ido quitando los setos, los linderos y pequeñas charcas, lo que unido al cambio climático está generando que, además de la fauna y la flora, muchas producciones agrícolas vayan en declive y necesiten más insumos que otros años», explica Roberto Lozano, presidente de la Fundación Oxígeno. Insiste en que esa mejora de la biodiversidad repercutirá positivamente en los cultivos de cereal y uva.

Este proyecto pretende demostrar «a largo o medio plazo» que las actuaciones en el entorno ayudan a aumentar la biodiversidad y a mejorar los cultivos. «El fin es conocer los resultados para que cualquier agricultor o agricultora de la provincia lo ponga en práctica, por lo que esto servirá de ejemplo», expone Lozano, que resume que las acciones previstas servirán para ejecutar el seguimiento posterior y ver cómo se pueden extender por el territorio. De esta forma, se busca generar un empleo verde de calidad garantizando riqueza en áreas en riesgo de despoblación y en regresión económica. Una oportunidad para el medio rural.

Las fincas donde se ha comenzado a desarrollar el proyecto pertenecen a productores locales muy comprometidos con el medio ambiente y llevan años colaborando con este tipo de acciones. Ahora recibirán un importante empujón. En la provincia burgalesa se está trabajando con las bodegas Marta Maté, en Tubilla del Lago, y Magna Vides, en La Aguilera. Y a ellos se suma Jesús Lázaro, de agricultura ecológica, en Adrada de Haza. Se ha enmarcado en la Ribera del Duero debido a que también se buscaban viticultores, pero el hecho de incorporar también a agricultores -que cuentan con hectáreas de cereales- servirá para que el plan se pueda extender en el futuro al resto de pueblos donde el trigo y la cebada gozan de un mayor protagonismo.

Además de desarrollarse en Castilla y León, el proyecto piloto también se está ejecutando en Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía. Se ha financiado a través de los fondos europeos Next Generation y alcanzará a unas 500 hectáreas en todo el país, expone Luis Tirado, responsable de SEO Bird Life en la Comunidad. «Se crea un valor añadido, puesto que además de crearse productos sanos y ecológicos, también contribuye a conservar la biodiversidad», desarrolla. A finales del 2025 ya se podrán presentar todos los resultados obtenidos a los sindicatos agrarios, a los agricultores en general y a los responsables del desarrollo rural.

En primera persona. El papel de los agricultores resulta esencial, como lo demuestra Jesús Lozano con su explotación en Adrada de Haza. «Llevo 28 años haciendo agricultura ecológica y en cuanto me lo propusieron dije que sí porque creo que es beneficioso todo lo que sea diversificar y amueblar el campo, son cosas que también me hubiese gustado hacer por mi cuenta si hubiese tenido tiempo y financiación», comenta. La Fundación Oxígeno ha realizado un embalse de agua dentro de la finca para que puedan beber los diferentes animales y que otros incluso puedan vivir allí, ha colocado cajas-nido y le han enseñado a realizar abonos orgánicos con lana de oveja y otros elementos. Además, le han financiado la plantación de cinco hectáreas de pradera de distintas leguminosas y gramíneas.

«La Política Agraria Común la pintan muy de verde, pero nunca se ha echado más herbicida que este año en los cereales», manifiesta Jesús Lozano. Eso sí, considera que «nada se puede imponer de una manera que no sea natural» y que los agricultores se irán dando cuenta poco a poco de esta realidad «porque la tierra no tiene atajos». Argumenta que con un hábitat más «equilibrado y estructurado» se lograrán evitar riegos como posibles plagas y conseguir así mejores rendimientos. «Yo pongo como ejemplo cuando en China extinguieron los gorriones porque diezmaban un 10% la producción, pero comían algún insecto que acabó con casi todo el cereal», expone, para dejar claro que no solo sirve mirar a corto plazo y que se debe actuar pensando en el futuro para que los daños no resulten irreversibles.