Buscan vestigios desde la Edad del Hierro en Brizuela

A.C. / Brizuela
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El equipo de arqueólogos ofrece este sábado una visita guiada para explicar las seis murallas de este recinto de 24 hectáreas

La excavación junto a la cara visible de la muralla ha llegado en pocos centímetros al suelo geológico.Eduardo Sainz Maza, (izda.), observa los trabajos. - Foto: A.C.

Un imponente farallón rocoso por el sur y el meandro del río Nela por el norte rodeaban y protegían el magnífico castro de Brizuela, un recinto de 24 hectáreas que la mano humana rodeó con hasta seis murallas o líneas defensivas concéntricas. Datado en la segunda Edad del Hierro, hace 2.500 años, es el mayor castro de la comarca de Merindades, donde abundan este tipo de poblados fortificados.

Desde el de Brizuela se vislumbran el de Dulla y el de la Maza. El equipo que dirigen los arqueólogos Eduardo Sainz-Maza, Adrián García Rojo, de la Universidad de Cantabria, y Eduardo Carmona Ballestero, profesor de la UBU, quiere desentrañar su pasado y construir una historia definitiva para el castro, tras las diversas teorías publicadas desde los años 70.

Una de las cuestiones primordiales es la de encontrar pistas bajo la tierra que sirvan para saber si solo tuvo vida durante la Edad del Hierro y después en la Edad Media o si, por el contrario, estuvo habitado de forma continua durante los siglos que separan esas dos etapas.   ¿Por qué quienes se protegieron en su interior llegaron a construir seis murallas? ¿Se levantaron simultáneamente o en diferentes etapas? ¿Hubo viviendas en las zonas llanas del interior del castro? Las preguntas sin respuesta aún son muchas, pero el castro tiene el aliciente de que, a diferencia de la gran mayoría de estas estructuras prehistóricas, conserva armadas parte de sus murallas. Hasta cuatro kilómetros están en pie, según los estudios del equipo de Sainz Maza, natural de Valdeporres. 

Excavar junto a un tramo de la cuarta muralla, la labor iniciada el pasado lunes y que concluirá el domingo, puede arrojar muchas pistas. Huesos o restos de carbones de hogueras, cualquier resto orgánico que se pueda datar con carbono 14 y se encuentre en la base escondida del muro, puede ser clave para reescribir la prehistoria y la historia de la pedanía de la Merindad de Valdeporres y su entorno. El tramo elegido alcanza los dos metros de altura y su grosor parece llegar a tres. Solo es visible una cara de la muralla y la otra está oculta por la tierra, al servir para crear una especie de terraza. La excavación intentará bajar al suelo geológico de su cara oculta.

En su primera campaña en el verano de 2021, el equipo realizó un topografiado de las estructuras de las murallas en base a una prospección visual con el apoyo de un GPS submétrico. Ya en superficie hallaron piezas de molinos de mano y circulares de la Edad del Hierro. En 2022, la prospección fue geofísica con el apoyo de un georradar, que mediante impulsos electromagnéticos recoge los cambios de materiales del subsuelo y permite hacer reproducciones en 3D.

Este verano ya ha llegado el trabajo de excavación en dos sondeos de 20 metros cuadrados cada uno. Es solo el comienzo, porque en el castro de Brizuela se podría estar excavando toda una vida y eso espera el equipo, si logra la financiación para ello. En esta ocasión, el coste de la campaña sube a 9.830 euros, de los que casi 3.000 aporta la Diputación y el resto, la junta vecinal de Brizuela. Ambas instituciones han costeado hasta ahora todos los trabajos. Este sábado, quienes deseen participar en una visita guiada a la excavación deberán reunirse en la plaza de Brizuela a las 10 de la mañana.