Heavys a todo color

A.S.R.
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Con cerca de 200 socios y conciertos de grupos cada vez con más proyección, la Asociación Burgos Heavy Metal cumple diez años con sus objetivos superados y con la seguridad de que aún no ha tocado techo

Retrato de la junta directiva de la Asociación Burgos Heavy Metal. De pie, de i. a d., Gonzalo Navazo, Augusto Martínez, Javier Peral, Emilio Jesús Castañeda y Fabián Hernández. Sentados, de i. a d., Rodrigo Trascasa, Íñigo Ortúñez y Mirian Garre. - Foto: Luis López Araico

Aunque puede que el negro sea su color oficial, la verdad es que la Asociación Burgos Heavy Metal vive una explosión de color. Su realidad después de diez años en la escena pinta luminosa. Más que cumplir, ha superado, con mucho, los objetivos con los que se creó. Da fe el impulso de la cultura heavy en la ciudad. La organización in crescendo de conciertos y cada vez con más proyección, sin dejar de apoyar a los grupos locales, ha sacado a muchos heavys del armario en el que se habían metido a finales de los noventa y la programación de otras actividades la han abierto a la sociedad. Ha pasado de la decena de socios inicial a los cerca de 200 de la actualidad. Su trabajo, junto al de sus «hermanas» Metal Castellae y Campeadores del Metal, ha logrado «poner a Burgos en el mapa del heavy» con un resurgimiento imparable. Su junta directiva sostiene que todavía no ha tocado techo. Vuela alto, mucho, pese a partir de a ras del suelo. 

La chispa que prende definitivamente su historia es el cierre del Jump, mítico bar de Fernán González. Los heavys se quedaban sin otro templo en la ciudad. Este adiós se juntó a la inquietud ya expresada en voz alta por algunos de dar un empujón a los eventos metaleros y 'poner orden' en una tribu muy dispersa con una asociación que acotara su lugar. En 2013 se constituyeron oficialmente. Sus objetivos eran claros. Querían organizar actuaciones de grupos nacionales e internacionales para que los amantes de esta música no se vieran obligados a salir de casa y apoyar a los locales. 

Las metas parecían claras, pero los inicios aún fueron en penumbra. Tardaron un año en orquestar el primer bolo y para entonces apenas eran una veintena de socios. Eso sí, su debut en sociedad pintaba maneras. El 14 de marzo de 2014, la Sala Museo daba la bienvenida a los suecos Eclipse, entonces unos desconocidos pero que más adelante lo petarían, con los burgaleses Dinasty los alcarreños Maremágnum. 

El primer paso estaba dado. Eso solo podía ir hacia adelante. Y así lo hizo. La Burgos Heavy Metal aumentó su presencia, aunque haya tenido que peregrinar de sala en sala, cada vez más grande. Museo, Estudio 27, La Ciudadela o Andén 56, antiguo El Hangar. 

«Se ve que hemos avanzado en los carteles, con un progresivo mayor nivel económico y de importancia de las bandas. Hemos pasado de trabajar con agencias de pequeño y medio alcance a hacerlo con las que montan los mejores festivales en España, como el Resurrection Fest o Rock Fest. Estamos creciendo dentro de nuestras posibilidades», resume el vicepresidente, Gonzalo Navazo, que aún se debe frotar los ojos para creerse hasta donde han llegado. 

Aunque asegura que en aquellos albores sí rondaba la idea de llegar tan lejos, el presidente, Augusto Martínez, le baja de las nubes. Y le recuerda que en una entrevista habló de un grupo como aspiración, que no desvela por no herir sensibilidades, cuyo nivel han rebasado de largo. 

Su perseverancia ha traído a Burgos a auténticos bombazos. Desde aquel primero Eclipse al último, Testament, una banda californiana de thrash metal con la que por primera vez colgaron el cartel de entradas agotadas en el Andén 56 (y a muchos dejaron en la puerta). La lista es interminable: H.E.A.T., Jolly Joker, Woslom, Masterplan, Muro, Gigatron, Angelus Apátrida, MorphiuM... Carteles que siempre se han completado con otros nombres, tanto nacionales como locales. Otro objetivo cumplido. 

Estos poderosos conjuntos, algunos con contadas fechas en España, han atraído hasta Burgos a mucho público de fuera. «Esto significa que las cosas se están haciendo bien y viene muy bien a la ciudad. Es bueno para la economía local», observan presidente y vicepresidente. 

Un argumento más que suficiente para que, en su opinión, el Ayuntamiento los apoyara. Esa es la espina que tienen clavada. Y, a juzgar por lo que insisten en ella, duele, duele mucho. «No hemos tenido ningún tipo de ayuda. No sé cuántas reuniones hemos tenido y cuántos proyectos hemos presentado. Al final no buscamos una ayuda económica, que ya la hemos encontrado en otro sitio, solo pedimos que nos faciliten los trámites y no nos pongan trabas. Te mandan papeles a última hora, te dicen que vuelvas mañana, te mandan a otra concejalía... », arremete Navazo y mete en este mismo saco a la Junta. «Sabemos que en Castilla y León no hay una asociación como la nuestra. Todos alucinan con lo que hacemos aquí y no nos hacen caso», añade el tesorero, Íñigo Ortúñez, al que, de momento, le salen las cuentas. 

En contrapartida, hacen la ola a la que, remarcan, es la única entidad que los ha hecho caso: Fundación Círculo. Su colaboración, que se mantiene en el tiempo, empezó durante la pandemia. A sus puertas llamaron para reiniciar la actividad cuando se levantó el confinamiento y las restricciones se relajaron. Quisieron demostrar que la cultura heavy también era segura y organizaron un ciclo de conciertos de salón. Sentados en butacas, con mascarilla y sin una cerveza en la mano. 

Esa crisis también marcó un antes y un después metalero. «A todos nos dio por reflexionar y decidimos que, además de con conciertos, teníamos que expandir la cultura de otras formas», apunta Martínez y enumera otras propuestas como un club de lectura heavy que han creado, conferencias o una campaña de recogida de alimentos. 

Continuar con esta proyección social se encuentra dentro de sus planes para el futuro, pero su eje esencial continúa siendo hacer que las giras de las mejores bandas del heavy metal paren en Burgos. «Queremos seguir mejorando y creciendo. Hemos hecho eventos excepcionales, pero aún no hemos tocado techo», concluye el presidente al tiempo que se ríe de aquellos agoreros que desde los 80 vaticinan la muerte del heavy. Esos, desde luego, nunca han pasado por Burgos. ¡Larga vida al heavy!