Hace once años la UNESCO acordó celebrar todos los 13 de febrero el Día Mundial de la Radio al considerar que se trata del medio de comunicación más accesible a la población, dada su universalidad, a la gratuidad del servicio y a la asequibilidad de los receptores. Este año el lema elegido es el de Radio y Paz, para reivindicar el papel que puede jugar este medio, en la moderación de conflictos y tensiones impidiendo su escalada o propiciando conversaciones de reconciliación y reconstrucción. Es cierto que estos buenos deseos no siempre se ven acompañados de realidades, y me remito al ejemplo de más de una tertulia, en la que en ocasiones la radio puede alimentar conflictos y contribuir a la crispación.

Un medio que llegó a numerosos países del mundo hace más de un siglo y que, aunque con algún retraso, también se impuso en España y por supuesto en Burgos. A partir de la próxima semana, a través de una publicación amparada por la Diputación y de una exposición en la Fundación Círculo, los burgaleses van a tener la oportunidad de recordar, y conocer por vez primera, muchas de las pequeñas y grandes historias de los más de 90 años de vida de la radio en la capital y provincia. Un homenaje también a un millar largo de radiofonistas que trabajaron y trabajan en lo que hace un siglo se describía como un invento verdaderamente admirable que permite oír la voz humana y la música a centenares de kilómetros de distancia… Entre ellos, nombres de muchos amigos y compañeros que ya no están, con los que tuve la suerte de trabajar y conocer: Joaquín Ocio, Alejando J. Rodríguez, Cuto Calleja, Juan Saborido, Teresa Melgosa, César Liz, Federico Pardo, Antonio Mateo, Ramón Marijuán, Ramón Alonso, Ángel Ortega, Lucinio de la Hera, Pilar Ramos, Jerónimo Vicente… 

Desde aquella telefonía sin hilos, que los más pudientes podían captar en grandes aparatos de válvulas, o en la modesta radio de galena construida sobre una caja de puros enchufada a un radiador, sigue viva la radio que se puede escuchar desde una aplicación del móvil, desde el ordenador, la TDT o el DAB, descargándose los podcast, o desde modernos aparatos que permiten elegir entre miles de emisoras de todo el mundo. Si el vídeo no acabó con la estrella de la radio, tampoco lo ha conseguido la revolución digital.