El incremento del turismo de interior que se está registrando este verano no está teniendo la misma repercusión en la capital ribereña. Al menos las cifras que registra la Oficina de Turismo de Aranda no reflejan un mayor interés por conocer los atractivos patrimoniales de la ciudad. En la primera mitad del año, el aumento de consultas es de 1.150, lo que supone un 10% más que en el mismo periodo de 2022, mientras que la media nacional está registrando incrementos que rozan el 18%. Sólo en dos meses del primer semestre de 2023 se han registrado cifras por debajo de las del año pasado, mientras que entre marzo y junio el aumento ha sido ligero pero constante, hasta llegar a junio, en el que la cifra ha sido casi igual que a la de hace un año.
El mayor ascenso de consultas se registró en marzo, con 894 visitantes más, cifra que supera incluso la de enero del año pasado. A la hora de encontrar una explicación a este estancamiento de la cifra de visitantes, desde la Oficina de Turismo lo achacan a la falta de algunas actividades que el año pasado tuvieron un fuerte tirón. «La gente me pregunta mucho por las visitas teatralizadas, que gustaban porque eran para todos los públicos y hacían un recorrido ameno por los hitos del patrimonio, incluida una bodega subterránea», apunta la responsable de este servicio de atención a los turistas.
Este año, además de actualizarse las instalaciones del Centro de interpretación de la Arquitectura del Vino, ubicado en los bajos de la Oficina de Turismo, también se está ofreciendo la visita a las bodega de Las Ánimas, que cuenta con una musealización que acerca al visitante lo que era la antigua elaboración del vino y el origen de estas galerías subterráneas. Gracias a contrataciones temporales, se está enseñando de lunes a sábado, a lo que se suma una caseta de información turística que está ubicada en la calle Isilla. Estas dos líneas que incrementan la atención a los visitantes no se han dejado notar en las estadísticas turísticas de la capital ribereña, mientras que las oficinas de localidades como Peñaranda de Duero, Caleruega o Roa sí están registrando unos incrementos considerables, hasta casi duplicar las cifras de años anteriores.
Por procedencia, las que más han crecido en la primera mitad del año son los 2.234 castellano leoneses visitaron Aranda, mil más que en el mismo periodo de 2022, y 965 vasco, cuando el año pasado hasta junio fueron 790. Sin embargo, los madrileños se han retraído este año de venir a Aranda, pasando de los 3.550 que acudieron en 2022 a la Oficina de Turismo arandina a los 3.034 que lo han hecho hasta junio. Y los visitantes extranjeros también han disminuido, pasando de 830 a 780 en la última estadística.
Irregular y sin previsión. En el caso de los alojamientos, mientras los de la capital ribereña mantienen la tónica habitual porque la oferta es escasa para las temporadas de puentes y vacaciones, la comarca y sus casas rurales esperan la llegada de agosto con ganas, después de llevar arrastrando un año de lo más irregular en cuanto a ocupación y reservas. Desde la asociación que aglutina estos establecimientos, Acriduero, apuntan que «los meses de abril y mayo, que antes eran muy buenos, no lo han sido, algunas no han llenado ni en los puentes que tienen en Madrid», según su secretaria, Ana Belén Velasco, que reconoce que «julio no ha ido mejor, ha habido casas que no han tenido casi nada y otras hemos estado a la mitad de ocupación».
Desde la asociación confirman la tendencia que se venía registrando en los meses anteriores, con reservas de última hora, para grupos cada vez más pequeños y durante periodos más cortos. «Ahora las estancias son reducidas, de fin de semana, cuatro días como mucho, y se reservan con menos antelación que antes, ni siquiera para estos meses de verano, en los que antes se programaba con más tiempo», apunta Velasco, que reconoce que agosto es un paréntesis positivo en esta tendencia porque hay reservas para Sonorama a año vista.