¡Por el teatro! Con ese grito de guerra que conlleva colocar los brazos en forma de 'T' arranca la misión que ha traído al Principal al dios Apolo y a las musas de la tragedia y la comedia (Melpómene y Talía). Los guardianes del arte se han atrincherado en el edificio isabelino para defender la inspiración y las representaciones escénicas del mal que les acecha y que puede hacer morir al teatro. Desde el Olimpo temen que aquella cultura que se inventaron en la antigua Grecia hace 2.500 años pueda desaparecer, como le pasó al inmueble del Espolón durante el medio siglo que permaneció cerrado (entre 1946 y 1997).
Con ese objetivo y el de adentrarse en las profundidades del teatro, sesenta personas por pase tienen la posibilidad de encontrar la solución, siempre y cuando atiendan a las recomendaciones del amanerado hijo de Zeus, la payasa del Olimpo y la musa que va llorando por las esquinas. Ellos son, junto al copero de los dioses Ganímedes, los que guían al público hacia la Katharsis, esa transformación interior que busca toda representación teatral.
La visita teatralizada por el interior del Principal que escenifica la compañía Molécula Escénica empezó a representarse el viernes pasado, llega a su sexta función esta tarde y continuará hasta finales de agosto con otros siete pases. Hasta ahora el aforo se ha llenado todos los días con burgaleses -más que turistas- que quieren descubrir lo que ocultan la tramoya mientras asumen ser 'esclavos' de los dioses del teatro acompañándoles en su misión... y sirviéndoles un refrigerio, descalzándoles o siendo sus consortes.
Es lo que le ocurrió a Fortunato el miércoles, cuando la musa Talía le escogió como pareja para recordar las bodas que se han celebrado en el Salón Rojo. El nombre del novio le puso en bandeja lo de «aquí te pillo, aquí te mato», que fue como resumió la diosa la premura de la celebración. Con padrinos, concejala para la ceremonia y la pequeña Sofía tirando pétalos por el suelo, la boda quedó en un amago porque un «para siempre» es demasiado para quienes no son mortales.
También salió a escena Gema, que acudió a conocer el Principal junto a Berta y otros amigos. A ella le tocó acercarles a su poltrona la ambrosía, la bebida de los dioses. Y a Raúl, del mismo grupo, le ficharon para bajarles de su pedestal de cuña. Luego la historia separaría a los espectadores en tres grupos para recorrer las zonas del edificio con cada dios e intercambiarse después, buscando siempre esa pieza que falta para que la maquinaria pueda seguir funcionando.
fotos con las estrellas. Con esas complicidades, la sorna sobre la mitología griega, el desparpajo de los personajes y las referencias a la importancia del teatro más allá del entretenimiento, Molécula Escénica consigue que el público sea su compinche... o un hipócrita más (ojo que es un cumplido, porque así se conocía a los actores en la Antigua Grecia). Además de los aplausos, la prueba del éxito es la solicitud de fotos que al terminar reciben Apolo, Melpómene y Talía (Fran de Benito, Carola Martínez y Violeta Ollauri en su versión terrenal, junto a Jairo Fuentes), como las estrellas del Olimpo que son.
Apoyados en la magia del teatro, esa que hace que cada función sea distinta, quedan para el recuerdo frases como la de la musa de la tragedia gritando que si alguien se cae por las escaleras que por favor lo graben, que no se lo quiere perder; Apolo mostrando sin mostrar («que se vea el telón, pero no la función») o Talía recordando que la comedia hace tábula rasa con todos.