Rocío Martínez

Pegada a la tierra

Rocío Martínez


Instagram vs realidad

19/06/2023

El miércoles estrenaremos el verano y los perfiles de Instagram empezarán a llenarse de playas paradisiacas, y por supuesto, vacías. Qué suerte encontrarse los lugares más idílicos para disfrute casi individual, ¿verdad? Instantáneas expuestas para que el mundo vea nuestra vida, ideal, por supuesto. Un solo giro de cámara daría al traste con muchas de esas bucólicas fotografías que nos ponen los dientes largos. Pero eso no es lo peor de este duelo vital, Instagram vs realidad. 

Ahí están esa colección de cuerpos perfectos, fruto de estudiados enfoques y poses retorcidas. Incómodas, pero favorecedoras y siempre, estilizando una figura que a veces también lleva mucho de retoque, fotográfico… o de los otros. Evocadoras miradas al infinito escondidas en gafas de sol a la última. Los años que ocultan unas buenas gafas de sol. Pieles juveniles, tersas, eterna adolescencia, qué digo adolescencia, rostros casi colegiales pasados por filtros mentirosos que dibujan bellezas falsas. Francia, por cierto, va a obligar a sus influencers y youtubers a informar cuando usen filtros. Bien hecho. Porque esos filtros son una fuente de preocupante frustración, no sólo entre la juventud.

Mientras el móvil te arroja perfección, el espejo te devuelve tu cara imperfecta. Miras tu casa, con el tendedero en medio del salón, tu hotel de vacaciones, sin piscina infinita, tu cuerpo con celulitis, y ahí está Instagram, con su pátina de glamour… y resoplas. ¡Qué vida de mierda la mía! Y ese pensamiento que puede aflorar es tremendamente peligroso. Genera ansiedad, y hasta problemas de salud mental. 

Toda la vida las mujeres hemos vivido marcadas por cánones de belleza irreales, pero lo veías como algo lejano. Claudia Schiffer, Cindy Crawford, Naomi Campbell, Elle Macpherson… eran como de otro planeta. No algo en lo que pudieras convertirte tú. No como una aspiración. Pero, ¡ay ahora! Uno de cada tres menores quiere ser influencer o youtuber. ¡Cómo no! ¡Menudas vidas! Y parecen al alcance de cualquiera. ¡Ja!

Luego está la necesidad de exhibirse, ese síndrome Instagram en el que más que experimentar momentos o disfrutar paisajes, nuestro anhelo es convertirlos en likes. Hay museos o restaurantes diseñados con el objetivo de ser, ante todo, instagrameables. Y la estrategia, funciona, como un cañón. 

Esta época pasará a la historia como la era del postureo. Así que les dejo, me voy a buscar un rincón bonito para poner en mis redes, «¡Ahora, ahora, dispara ahora que no pasa nadie!». Click.