Una herida abierta para la cultura

Ó.C. / Miranda
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Los colectivos de Miranda sufren para encontrar auditorios tras el cierre de la sala de la Fundación Caja de Burgos hace dos años

La sala de Caja de Burgos estaba en el centro, lo que también facilitaba la asistencia. - Foto: Ó.C.

Los grupos culturales de Miranda se sienten huérfanos de espacios. La herida que abrió en la ciudad el cierre de la sala de la Fundación Caja de Burgos todavía está abierta, aunque hayan pasado dos años desde aquella clausura. A finales de 2021 el telón se bajó definitivamente en este auditorio, en el que grupos de todo tipo encontraban un lugar para desarrollar sus programaciones. La ciudad dispone ahora de dos alternativas que prestan una oferta insuficiente, porque además, el personal municipal para la Casa de Cultura y para el teatro Apolo se comparten, lo que empeora el panorama y la posibilidad de encontrar una fecha disponible para los colectivos.

El grupo de teatro aficionado Studio 46 es uno de los afectados por la realidad que atraviesa la ciudad. «Tenemos muchas dificultades por la falta de espacios para poder representar, porque antes teníamos tres locales en los que repartirnos», afirma Carlos Ruiz, quien sostiene que asociaciones similares, «pero también otras como las que organizan conciertos, necesitamos más alternativas». En otra de las agrupaciones teatrales de la ciudad, en el Cuadro Artístico Mirandés, Rafael de Juan añade que «no solo es malo para nosotros, también lo es para los grupos de fuera que no podemos traer por los problemas de espacio».

Los colectivos evidencian el problema de que la Casa de Cultura y el Apolo compartan personal, por lo que cuando hay una actividad en uno, el otro tiene que cerrar. Esto complica ciertas representaciones «porque a veces te dicen que está libre los lunes, martes o miércoles, pero lo más apetecible son los viernes y los sábados», afirma Ruiz, que es cuando el Apolo tiene una función.En este sentido, De Juan explica que han propuesto que los grupos se hagan cargo de la parte técnica de la Casa de Cultura «porque así solo haría falta alguien que nos abra y nos cierre», afirma.

Esta posibilidad también la valoran en el Ateneo Mirandés, en el que María Viquiera admite que «hemos programado algunas actividades, por ejemplo en iglesias, porque no teníamos otro sitio en el que realizar los conciertos».

La Fundación Cantera también nota la herida dos años después. «A raíz del cierre hemos tenido que ir a la Casa Cultura, pero hay muchas limitaciones», afirma Laura Preciado, quien destaca la poca disponibilidad, «porque hay muchos colectivos y lo tenemos que reservar con un año de antelación para mantener nuestras conferencias», manifiesta.

Como hay mucha demanda, los grupos tienen que reservar con mucha antelación «y luego no sabes lo que pueda pasar, porque te puede venir muy bien, pero cuando llegue no sabes lo que puede pasar», afirma Ruiz, quien recuerda que la sala de Caja de Burgos ya tenía mucha demanda «y eso que teníamos que pagar y no era una cantidad pequeña», matiza.

Más allá de los problemas que se generan con los espacios municipales, Preciado lamenta que para que acabe el proyecto de la Fundación en la Casa de las Cadenas pueden pasar años y mientras tanto, la sala de la calle Comuneros de Castilla permanece cerrada, lo que «es una pena porque tenemos el local, pero no quien lo abra», reflexiona.