Las primeras comunidades energéticas de la provincia de Burgos empiezan a tomar forma pese a las trabas por la novedad que suponen y confían en empezar a funcionar este mismo año. En Cortiguera fueron pioneros en el autoconsumo y ahora desean constituirse como tal para poder desarrollar un huerto solar que les permita compartir excedentes, aunque su pequeño tamaño les hace temer que queden fuera de las subvenciones.
El entusiasmo por este tipo de iniciativas para compartir energía entre ayuntamientos, empresas y vecinos se multiplica por la provincia. Guzmán, Agés, Frías o Medina de Pomar desean arrancar cuanto antes, aunque mientras algunos ya cuentan con sus proyectos avanzados otros se encuentran en plena elaboración de los mismos. Sin embargo, ni desde la Junta de Castilla y León ni desde el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía cuentan por ahora con un registro específico que permita agruparlos en una categoría.
Cortiguera parte de una situación en la que no cuenta con infraestructura eléctrica de ningún tipo y desde hace unos 20 años funcionan con sistemas fotovoltaicos autónomos. «Cada casa tiene su sistema y de ahí que estemos funcionando como comunidad energética», explica Pablo Hernández, vecino de este pueblo burgalés perteneciente al Valle de Sedano. «Hace seis años presentamos un plan sobre formación de una comunidad de este tipo incluso antes de que la Unión Europea comenzara a definir qué es, a fecha de hoy seguimos funcionando como tal porque no tenemos otra opción pero estamos intentado dar forma jurídica a esta figura», explica. Sin embargo, se están encontrando con serias dificultades para conseguirlo debido a que no cuentan con un protocolo claro que les diga dónde ni cómo deben hacerlo.
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