«Queremos sembrar paz en una vida sacudida por la aceleración»

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El Monasterio de Santo Domingo de Silos ofrece este verano por séptimo año seguido su 'Experiencia Monástica' dirigida a hombres de entre 18 y 45 años. No es su objetivo principal pero desde 2017 alguno ha encontrado allí su vocación «y persevera»

Los aspirantes a esta experiencia podrán conocer cómo es la vida en el monasterio en los distintos momentos del día. - Foto: Valdivielso

Fue en 2017. En el monasterio benedictino de Santo Domingo de Silos se venía reflexionando desde hacía ya tiempo sobre lo desconocida que es la vida monástica en la sociedad en general pero, sobre todo, para los jóvenes. Y aquel año no solo se alumbró una posible solución sino que se llevó a cabo: que un grupo de ellos conviviera con los monjes durante unos cuantos días en verano. «El objetivo fue la necesidad de dar a conocer los valores cristianos de la vida monástica. Pensamos que es muy desconocida y que nos quedamos solo con las apariencias de la misma, por lo que decidimos abrir las puertas del monasterio a algunos jóvenes que nos quisieran conocer desde dentro y gustar, palpar y vivir lo que es la vida monástica», explica vía correo electrónico el padre Juan Javier Arcas, maestro de novicios y responsable de esta iniciativa, que se celebrará del 14 al 21 de julio. 

Arcas habla de jóvenes, pero esta iniciativa, denominada Experiencia Monástica es «un retiro de discernimiento» para hombres de edades comprendidas entre los 18 y los 45 años que financia el propio monasterio, «una ocasión para vivir unos días en el seno de una comunidad monástica y ser acompañados en la reflexión sobre la vocación y los medios adecuados para responder al amor de Dios», tal y como se presenta en su página web, donde también se avanza cuál es el plan que seguirán los participantes a lo largo de esa semana, desde la vigilia a las 6 de la mañana hasta el descanso nocturno a las 22,15 horas. Las jornadas mezclan todos los tiempos de oración con conferencias, eucaristía y otras actividades.

Así ha sido desde 2017 ininterrumpidamente -incluso se celebró en el verano de 2020 con todas las precauciones anticovid y en el del 2022 tras el incendio que sufrió la zona y tocó al monasterio-. La respuesta ha sido siempre «muy generosa» en palabras de Arcas: «Han sido muchos los jóvenes que han venido al monasterio en los años pasados, incluso alguno entró y persevera. A otros, en cambio, la experiencia les valió para asegurar su fe y su compromiso cristiano, algo muy importante».

El perfil de los participantes es muy variado pero, según el maestro de novicios, dominan los jóvenes procedentes de todos los estratos económicos y socioculturales pero que tienen en común que se encuentran «preocupados por el mundo en que viven y que sufren el materialismo y el secularismo que nos rodea». 

¿Y qué es lo que les enseñan los monjes? «Sobre todo, lo que somos y lo que hacemos. Lo que falta en el mundo no son productos sino alma, lo que necesitan los hombres no son cosas ni armas sino esperanza. Y a eso nos consagramos: a ser simplemente alma en el mundo y engendradores de esperanza para los hombres. Juan Javier Arcas aclara que no buscan vocaciones sino solo que quienes participen sepan cómo es su vida: «Que vengan y vean, que nos conozcan y se relacionen con nosotros, que experimentan y comprendan lo que es una llamada del Señor y una respuesta generosa, como ha sido siempre la tradición monástica benedictina».

A cambio, según Arcas, es mucho lo que recibe quien siente esa vocación: «El lema de la orden benedictina es la paz. Queremos ser hombres de paz y de interioridad, suplemento de alma, es decir, de oxígeno, de luz y de color a todos nuestros esfuerzos y proyectos. Queremos ser zona verde junto a los monótonos paisajes de nuestro espíritu ayudando a recobrar la esperanza y sembrar sosiego y paz en nuestra vida sacudida por la aceleración y la polarización reinantes».