Un merecido descanso

B.G.R. / Burgos
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Una veintena de alumnos de FP Básica del Padre Aramburu diseñan y ejecutan una silla para facilitar el ejercicio físico a las personas con esclerosis múltiple. Se la acaban de entregar a AFAEM

Estudiantes y profesores del centro de los Salesianos muestran la silla confeccionada durante el curso junto a Nacho Hortigüela, usuario de la asociación de afectados por esta enfermedad. - Foto: Luis López Araico

Se enmarca dentro de un enfoque pedagógico denominado Aprendizaje-Servicio, pero a veces las palabras por sí solas se quedan cortas para explicar con profundidad su verdadero significado. Así que nada mejor que servirse de ejemplos para detallar el valor de este tipo de iniciativas, en esta ocasión, de la mano de 20 alumnos de primer curso del ciclo de FP Básica de Fabricación y Montaje, que han sido los artífices, con el respaldo del profesorado, del diseño y ejecución de una silla que facilita el ejercicio físico a las personas que padecen esclerosis múltiples.

Este martes se hizo la entrega de dicho elemento a la asociación de familias y afectados por esta enfermedad (AFAEM), acudiendo a la misma Nacho Hortigüela, uno de sus usuarios. Un acto que se convirtió en motivo de orgullo para todos los implicados en este proyecto que comenzó el pasado mes de enero. Luis Miguel Ramos, tutor y docente de materias técnicas de los citados estudios, explica que todo surgió a través de un antiguo profesor, que sufre esta enfermedad, y que mantiene un contacto continuo con el centro educativo. En una de sus charlas con la delegada de Pastoral, Susana Arnaiz, comentó que la máquina elíptica, con la que se activan piernas y brazos, estaba consideraba como una de las mejores para el ejercicio que estas personas desarrollan. 

A pesar de ello presentaba un problema. Con la fatiga y el fallo de fuerzas aumenta el riesgo de caída del paciente. «Tienen que estar continuamente apoyados por profesionales y no hay tanto personal para ello», subraya Ramos, quien comenzó a dar vueltas a la cabeza para encontrar una solución con la implicación del alumnado. Arrancó entonces el proyecto, que se incluyó en el currículum del curso. Se lo expuso a los estudiantes, de  15 y 16 años, y comenzaron a trabajar. El primer paso fue explicar en el aula en qué consiste la enfermedad para después visitar las instalaciones de la asociación. «Se quedaron impactados al ver a gente joven», añade, no sin dejar de resaltar que salieron completamente sensibilizados y con más ganas aún de poder prestar esta ayuda.

Acudieron en varias ocasiones para tomar las medidas exactas de la elíptica que existe en la entidad. La labor de diseño no resultó sencilla puesto que la silla debía ir acoplada al milímetro a la máquina de ejercicio, además de tener que contar con una estructura ligera pero lo suficientemente robusta para el usuario. Unos alumnos se implicaron más en el desarrollo de bocetos y otros en la ejecución material hasta dar con un prototipo que, sin embargo, presentó varios fallos en las pruebas realizadas al inicio.

Corregidos los mismos, se llegó al producto final y, con él, a conseguir el reto planteado. La silla se adapta perfectamente a la máquina y facilita el día a día de los profesionales, según apuntan Lidia y Tamara, fisioterapeuta y terapeuta ocupacional de AFAEM. «Nos aporta seguridad a nosotras y también a los pacientes», sostiene, al tiempo que remarcan que estos últimos están deseando probarla. Valoran y alaban la implicación del alumnado y ese aprendizaje que han adquirido, «que va más allá de los libros de texto», al abrirles los ojos a otras realidades que creían ajenas.

«Todo ha sido positivo», remarcan, pensando ya en futuras necesidades para planteárselas a Salesianos Padre Aramburu. De hecho, Ramos avanza que el próximo curso se trabajará en la mejora del modelo actual para incorporar sensores y lumínicos que permitan avisar a los profesionales. El proyecto se ha presentado también al certamen nacional que la comunidad religiosa celebra en Madrid, obteniendo 94 puntos de 100.

El trabajo ha posibilitado la adquisición de competencias en los módulos de este ciclo, concienciar y sensibilizar, y empoderar a los estudiantes. «Pensaban que no sabían hacer nada, lo han hecho y se han sentido muy útiles», remarca el docente respecto a una educación que valora como «integral» y que trasciende las paredes del centro para ayudar a la sociedad.