Los hogares tiran a la basura 10,5 toneladas de comida al año

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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No en todas las casas se desperdician los alimentos: en 39.000 de ellas se aprovechó todo. Los datos del Ministerio de Agricultura señalan que es una práctica que va disminuyendo cada vez más

En los cubos de basura de los hogares, entre mondas de patatas y cáscaras de huevos muchas veces aparecen alimentos muy aprovechables. - Foto: Rueda Villaverde

Desde el año 2014 el Ministerio de Agricultura sabe exactamente cuánta comida se desperdicia en España. Sus cálculos se dan a conocer a través de lo que denomina 'panel de cuantificación del desperdicio alimentario en hogares', incluido en la estrategia 'Más alimento, menos desperdicio'. En 2021, último año del que ha ofrecido datos, ha disminuido un 8% el porcentaje de productos y platos elaborados que las familias tiran a la basura. Extrapolando los números -que no se ofrecen por provincias sino por lo que denominan regiones: Barcelona Metropolitana, resto de Cataluña y Aragón, Levante, Andalucía, Madrid Metropolitana, Resto Centro, Norte Centro y Noroeste- se concluye que cada hogar burgalés tiró en ese año una media, aproximada, de 70 kilos/litros de alimentos y bebidas, por lo que el total -hay 150.200 hogares, según el INE- alcanzaría las 10,5 toneladas de comida desperdiciada. Se matiza en el informe que no en todas las casas se tiraron alimentos en la misma proporción y que en 2021 en el 26,1% de los hogares no se tiró nada, lo que en Burgos equivale a 39.000 familias las que hicieron un uso responsable de los productos y las recetas.

Los alimentos sin elaborar (aquellos que languidecen en la nevera o en la despensa sin que nadie los prepare tras haberlos comprado y terminan en el cubo de la basura) siguen siendo los que más se tiran y con diferencia: en un 73,9% de las casas lo hicieron, aunque esta cifra es algo menor a la del año anterior, 2020, ya que el confinamiento hizo que mucha gente se dedicara a preparar todo tipo de recetas. En cuanto a los platos cocinados (lo que sobra de un guiso que nadie se come y, al final, se desecha) casi un 30% de hogares los tiraron. 

En este aspecto, el Ministerio de Agricultura es muy preciso porque distingue dos maneras de desperdiciar alimentos ya preparados: desde la cazuela o el plato o desde la nevera. «En ambos casos -afirma el informe- la disminución del número de hogares que desperdiciaron sobras es notable: Hubo más de 700.000 hogares que dejaron de desperdiciar de la nevera y 472.000 menos que los tiraron desde la cazuela o el plato». En Burgos, en 55.500 domicilios no fue nada del frigorífico a la basura, es decir, que todo se consumió. 

La reflexión de este comportamiento de 2021 tiene que ver, según el Informe sobre Desperdicio Alimentario en los Hogares, con una vuelta a la normalidad «tras la euforia por cocinar experimentada durante la pandemia así como la progresiva vuelta a la normalidad, que se reflejó en la apertura de oficinas y colegios y el consiguiente aumento del consumo de alimentos y bebidas fuera de casa». Se apuntaba, además -el informe es del año 2021 cuando la inflación aún no había comenzado a crecer a los niveles con los que lo ha hecho después- a que el incremento del precio de los ingredientes también podría ser una de las causas.  

El perfil del hogar que más recetas desperdició en 2021 fue aquel que está habitado por personas mayores de 65 años y ubicado en la región Nortecentro, como la llama el Ministerio de Agricultura y en la que se enmarcaría Burgos, con una  población más envejecida que la media del país e incluso de la Unión Europea. 

Desde el Ministerio se advierte de que sigue siendo necesario sensibilizar y educar a los hogares en el control de los productos frescos perecederos y no perecederos y su aprovechamiento. Y hacia este objetivo dirige sus campañas publicitarias como la más reciente titulada 'Aquí no se tira nada'.

Revisar el modelo. Que en una provincia como Burgos se desperdicien al año 10,5 toneladas de comida solo en los hogares -los datos de la industria no los recoge este informe- significa, para la responsable de Acción Social de Cáritas, María Gutiérrez, que  la sociedad «tendría que revisar su modelo de consumo y no solo en la alimentación sino en otros ámbitos como en el de la ropa, al que nuestra entidad tiene dirigido todo un programa». También es, a su juicio, un síntoma de que vivimos «en una España de dos velocidades, en la que hay gente que no tiene para comer y otra que tira alimentos en buen estado a la basura».

La entidad social de la Iglesia Católica ofrece talleres de gestión y economía doméstica a algunas de las personas a las que ayuda con alimentos: «Hacemos lo mismo con el consumo energético y no a todo el mundo, solo a quien lo necesita. El hecho de tener que recibir ayuda para comer no significa que las personas tengan malos hábitos; al revés, cuando alguien tiene dificultades para llegar a fin de mes es mucho más cuidadoso con lo que tira».