Aquel aroma a café del abuelo Paco

I.P. / Quintanilla del Agua
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Dorita y Resti, la tercera generación tras la barra del popular bar de Quintanilla del Agua, celebran el centenario del establecimiento con una gran fiesta. Hay vermú, comida, música y aperitivo de noche para agradecer la fidelidad de los clientes

En primer plano una jovencísima Dorita y al fondo sus padres, Áurea y Antonio. - Foto: F.L.

Dorita se ha puesto elegante. Va de rojo, el color de la pasión. La que ella pone cada día tras la barra del bar Paco, el establecimiento que allá en el año 1923 abrió su abuelo Paco, de ahí el nombre claro, junto a su primo Daniel. Pero Dorita es más que la dueña que les sirve el clarete a los vecinos; es la amiga, la hermana, la confidente y hasta la psicóloga. Depende de la hora y de quién entre por la puerta, tiene una frase para el saludo: qué tal has dormido, qué tal te ha ido en el trabajo, cómo va ese catarro, qué tal sigue tu mujer... y hasta con un toque de ternura es capaz de decir (sin ofender) eso de hoy no te has afeitado o tienes que ponerte guapo. Ella es el alma del bar.

Resti es su hermano, el pequeño de los tres hijos de Antonio y Áurea -Lesmes, el segundo, se dedica a la ganadería-. Es la generosidad en persona, la eficacia y el buen gestor, pero también el amigo que suele emocionarse con facilidad, más desde que tuvo la covid y lo pasó mal, muy mal, tanto que aún le ha quedado alguna secuela. Muchos clientes le llaman Paco. Él no les ha corregido, así se siente más cerca del abuelo.

Ambos, Dorita y Resti, los hermanos Lozano, forman un tándem perfecto que ha permitido mantener a flote el bar, lo que no pueden contar otros ya que de los cinco establecimientos que ha llegado a tener Quintanilla del Agua hasta apenas hace quince años, solo este y el Janín siguen abiertos.    

Resti, Dorita y su madre Áurea, que tiene 96 años, delante del establecimiento que cuenta con una amplia terraza.Resti, Dorita y su madre Áurea, que tiene 96 años, delante del establecimiento que cuenta con una amplia terraza. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

Dorita y Resti tirarán este sábado la casa por la ventana, literal. La ocasión lo merece. El bar Paco cumple 100 años y que la tercera generación siga al pie del cañón se debe, dicen los hermanos, a los clientes, a su fidelidad. Y eso hay que agradecérselo. Así que han preparado una fiesta en la que quieren estar rodeados de esos vecinos y amigos, los de Quintanilla del Agua,  Tordueles y los de los pueblos del entorno, Ura, Covarrubias, Puentedura, Santa Inés, Revilla Cabriada, Nebreda... «Sin ellos no estaríamos aquí, han sido nuestro sustento, los que nos han hecho crecer, seguir adelante hasta hoy», dicen los dueños, a los que no le asusta el trabajo que estos días tienen por delante para preparar entrantes, carne guisada con patatas, pimientos rellenos de bacalao, flanes... que es el menú de la comida, ni los cientos de pinchos que ya tiene 'diseñados' Resti y que sacará en plan picoteo para todos los asistentes a partir de las 22 horas, y por la mañana en el vermú que estará amenizado por música. El centro de la fiesta será la plaza, al lado del bar, y aunque necesitamos agua, ese día rezarán para que no caiga. La alternativa sería el polideportivo, pero está alejado y supondría más trabajo.

A la comida se esperan cerca de 400 personas. Para esta han puesto un precio simbólico de 5 euros, más que nada por controlar cuánta gente se apunta y calcular el menú. Al aperitivo, gratuito, serán incluso más, aunque Dorita recuerda que en Burgos es la Noche Blanca y en Covarrubias hay también algún acontecimiento que puede restar gente. Muchos, dice, han llamado para lamentar no poder acompañarlos al tener otros compromisos. Y tampoco faltará la música; han contratado a dos d'js, Javi que actuará a las 18:00 hora tras la comida y el bingo, y Dj Meri, desde las 23:30 horas y hasta que el cuerpo aguante.

Seguro que será un día inolvidable para todos los bautos, pero sobre todo de satisfacción y agradecimiento de la familia Lozano, incluida la matriarca, Áurea que a sus 96 años, sigue 'vigilando' el bar, y reluciendo, como el propio significado de su nombre. En él tiene su 'trono', como dice Dorita, en referencia al sillón en el que cada día se sienta tras desayunar y ponerse guapa. Áurea recuerda que ha tenido que trabajar y luchar mucho. Y es que su marido Antonio, el hijo del abuelo Paco, murió joven, a los 54 años, cuando Resti apenas tenía 13 años y Dorita 21. 

Antonio también había comenzado pronto a ayudar a su padre en el bar -que al principio abrió solo los domingos para dar cafés-, como bien jóvenes lo hicieron a su vez Dorita y Resti, al acabar la escuela. Ella recuerda que siempre le gustó, que salía de clase y corría para meterse y trastear en la barra y aprender a servir vinos y cafés. «Me gustaba más que el campo, cuando me mandaban a segar decía que no, que me picaban los bichos». Así, el destino de los dos hermanos estaba escrito y ambos reconocen que aprendieron mucho de su padre Antonio, con una visión extraordinaria del negocio y la atención al cliente. Tal es así que siguen manteniendo una tradición que inició aquel, regalar pinchos a los clientes el día de Reyes, cuando elaboran decenas y decenas.

Y es que los pinchos es una de las señas de identidad de este bar, tanto que hasta le sacaron una copla: Qué buenas las pinchadillas del bar Paco, pagamos una y pinzamos cuatro... No faltan en la barra a diario, pero sobre todo el fin de semana, cuando elaboran decenas, fundamentalmente de encurtidos que Resti combina y mezcla para dar con el toque perfecto.

Tras el lío en el que se han metido para este sábado, como dice Resti, llegará pasado, el lunes, martes... Y ahí seguirán los dos hermanos. Dorita no se ha jubilado aún por no dejar solo a Resti y porque «esto le da la vida», dice su hermano que añade que el día que por cualquier circunstancia tienen que cerrar unas horas, no hace más que pensar en los clientes. Aunque a Resti le quedan 6 años para jubilarse, la sombra del relevo o mejor dicho, del no relevo generacional, los empieza a dar vueltas en la cabeza. Solo Dorita tiene hijos, cuatro, pero no parece que ninguno vaya a seguir tras la barra del bar Paco.