Las casas rurales agotan las reservas en torno al Sonorama

I.M.L. / Aranda
-

Los alojamientos de la comarca llenan en agosto, pero 'pinchan' en julio. Los negocios confían en los clientes de última hora para el mes anterior

Las casas con más servicios, como barbacoa y piscina como esta de Vadocondes, son las más demandadas. - Foto: Alberto Rodrigo

El sector del turismo rural en la comarca ribereña está viviendo unos meses de gran incertidumbre y encara un verano en el que podrían pasar del todo reservado a semanas enteras con vacantes. Desde la asociación que aglutina la mayoría de los alojamientos de turismo rural en la zona, Acriduero, reconocen que este 2023 está siendo «raro» en lo que a ocupación se refiere. «Los meses de abril y mayo, que antes eran muy bueno, ahora no lo han sido, algunas no han llenado ni en los puentes que tienen en Madrid», reconoce la secretaria de esta asociación, Ana Belén Velasco, con la mirada puesta en la temporada de verano. 

Como siempre «en agosto está todo lleno por Sonorama, menos las casas más lejos del festival, y el resto del mes con gente de los pueblos que viene unos días» pero no es la tónica para la temporada estival. «Junio está ya bastante bien, pero para julio no hay casi nada, poco más de una docena de casas reservadas», reconoce Velasco.

Desde Acriduero reconocen que los primeros alojamientos que se ocupan son aquellos que ofrecen servicios a mayores, como piscina o zona para hacer barbacoas, muy demandados en los meses calurosos. El tamaño de las viviendas también influye. «Las que mejor se alquilan son las más grandes, para grupos que se juntan, y las pequeñas para parejas», apunta Pilar Manso, presidenta de Acriduero, que ha notado un cambio llamativo en los que apuestan por el turismo rural. «Ahora las estancias son reducidas, de fin de semana, cuatro días como mucho, y se reservan con menos antelación que antes, aunque el verano se suele programar más», apunta Manso.

Entre otras preocupaciones, el sector del turismo rural en la comarca ribereña empieza a sufrir la cascada de reservas anuladas, que pueden suponer el 30% del total. «A través de las páginas web, recibimos muchas reservas pero una gran parte se cancelan con una semana o incluso días de antelación, por lo que nos hace mucho daño por el poco tiempo de margen para que se vuelva a reservar», reconoce la presidenta de Acriduero.

Los turistas también han cambiado a la hora de planificar sus viajes y lo que ahora puede ser un mes en blanco en la agenda de reservas, cuando van llegando las fechas se puede convertir en un lleno total. «Hemos tenido que cambiar la forma de trabajar porque antes de la pandemia reservaban a tres o cuatro meses vista y ahora lo hacen a muy corto plazo, con una semana de antelación o, incluso, de martes para viernes», explica la secretaria de Acriduero.

Por el contrario, los apartamentos turísticos que hay en Aranda es difícil pillarlos libres. «Con el enoturismo, si la gente viene a probar los vinos prefiere alojarse en Aranda, aunque visiten la zona por el día, para luego no coger el coche», apunta Velasco.