A la luz de 200 farolillos

S.F.L. / Briviesca
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Cantidad de niños, adultos y algún que otro turista recorrieron ayer las calles de Briviesca con sus velas entonandola tonadilla del Día de la O, acto que marca el inicio de la Navidad. No faltaron los fuegos artificiales ni el chocolate

El Día de la O es una festividad dirigida especialmente a los más pequeños de la casa, que participan en la procesión y elaboración de adornos. - Foto: S.F.L.

Jordi, Yulen, Nayara, Elsa, Erik y Esther miraban de reojo el farolillo que sujetaban fuerte sus padres y madres impacientes por participar en el lanzamiento. Hubo que prestar especial atención en que no pasaran de una mano a otra para evitar que tomaran rumbo al cielo antes de tiempo, porque a diferencia de los tradicionales velas que protagonizan la procesión con motivo de la celebración del Día de la O, estos artilugios luminosos no tienen alas pero sí pueden volar. Tras el reparto de doscientos, ni más ni menos, las familias y grupos de amigos que se reunieron ayer en la plaza Santa Teresa para dar la bienvenida a la Navidad los soltaron y aprovecharon a pedir sus mejores deseos. 

El frío acechaba y provocó que la espera pareciese más larga de lo habitual, por lo que hubo más de uno que prendió las mechas de sus candiles con la disculpa de así calentarse las manos. También hubo intérpretes -pequeños y mayores- que se adelantaron a que la Banda Municipal de Música tocara los primeros acordes de la tonadilla y entonaron a capela las primeras estrofas. La Ó, la Ó, bendita sea la madre que te parió, que parió un niño de cera, con las barbas de canela y los pies de requesón; kyrie eleison, kyrie eleison, taran tan tan, María, taran tan tan, mujer…, canturreaban con ilusión. 

Antes de comenzar con el pasacalles, las luces de colores iluminaron hasta el último ramaje de uno de los abetos del parque de La Florida y también los rostros de todos los que se colocaron alrededor expectantes por contemplar un encendido que llevaba tiempo sin celebrarse. Mientras Ruth portaba el farolillo casero elaborado por su retoño comentaba con una amiga que aunque «decoramos la casa con motivos navideños en el puente de diciembre hasta el 18 de diciembre no damos como tal el recibimiento a la festividad».

La procesión dio comienzo y siete dragones brillantes recorrieron al compás de la multitud, de los miembros de Teatro Virovesca, de los músicos e interpretes de la Coral Virovesca las calles más céntricas de la ciudad -en un recorrido diferente al de años pasados- sin necesidad de echar fuego por sus grandes bocas para encender unas velas ya prendidas. La comitiva avanzaba a paso ligero con un grupo de niños y niñas sujetando una guirnalda que no descansaron la voz en todo el recorrido. Como si de un truco de magia se tratara, al ritmo de la pegadiza música y del paso de los participantes la iluminación callejera se encendieron hasta llegar a la plaza Santa María, punto final del trayecto. 

El mercurio de los termómetros descendía con rapidez pero la Asociación Amas de Casa y el AMPA de los colegios y el instituto elaboraron la receta perfecta para combatirlo. Un buen tazón de chocolate caliente se convirtió en el mejor aliado para continuar con la fiesta toda la tarde. Para terminar, los ingredientes incuestionables de esta celebración: mecha, pólvora y una buena sesión de fuegos artificiales.