La Parte de Bureba se queda seca

S.F.L. / Briviesca
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Vecinos del pueblo burgalés denuncian que por sus grifos no sale ni una gota en «bastantes ocasiones» porque los dos depósitos -de 70.000 y 260.000 litros- se vacían en cuestión de días, a pesar de que en ellos no deja de entrar agua

El hecho de que las fuentes del pueblo no hayan dejado de manar agua demuestra que la sequía no es la causante de los problemas. - Foto: S.F.L.

Después de unas merecidas vacaciones, Baltasar y Pilar llegaron a su domicilio en La Parte de Bureba días previos a Semana Santa. Los veraneantes todavía no se dejaban ver y el ambiente lo encontraron como de costumbre, tranquilo. Sin embargo, en el momento en el que ella procedió a abrir el grifo de la cocina para beber un vaso de agua, comprobó que no salía ni una gota. «Otra vez», se lamentó el matrimonio. La falta de este bien tan preciado es más común de lo que les gustaría a los vecinos de esta pequeña localidad en la que residen a diario en torno a 50 personas, y el misterio que lo rodea genera malestar y cierta preocupación.

Este hecho se repite porque en ocasiones puntuales los dos depósitos con los que se abastece a las viviendas se vacían por completo, por lo que los grifos no se pueden utilizar ni para beber, cocinar o asearse. Al menos en aquellas viviendas que no cuentan con un pozo con el que abastecerse. Antaño, los residentes solo disponían de un tanque que acumulaba unos 70.000 litros, pero como se quedaba limitado, hace ya unos años que el Ayuntamiento invirtió en construir un segundo, con una capacidad aproximada de 260.000.

«Queda claro que se da un muy mal uso al agua porque no es normal que se agote en ciertos momentos que no siempre coinciden cuando en el pueblo hay más gente, aunque realmente no creo que ese sea el problema», manifiesta José, otro vecino afectado. «En primavera o verano el consumo se dispara, en esta y generalmente en el resto de localidades, porque se riegan las huertas o los cultivos y porque las casas que durante el resto del año se mantienen cerradas, se abren de nuevo. Viene más gente y se gasta más. Aun así, no comprendo que nos quedemos sin una sola gota», añade. «En todas partes la gente riega, se ducha y cocina, y no por ello se acaba el suministro», denuncia otro ciudadano que prefiere mantener su identidad en el anonimato.

Según los datos que aporta José, a este medio, en una ocasión los técnicos acudieron al pueblo un viernes para realizar los controles de agua pertinentes, los habituales, y «tengo constancia de que los depósitos se encontraban completamente llenos». Curiosamente, el miércoles siguiente sobre las 20 horas, cinco días después, «estaban ya totalmente vacíos. Por mucho que gastemos agua, no somos tantas personas como para consumir 330.000 litros en tan poco tiempo», afirma. 

En ese caso, «si entre semana vivimos unas 50 personas de media y se consumió el agua de los dos depósitos el gasto equivalente por vecino en cinco días supera los 1.100 litros. Una auténtica barbaridad», añade.
Otra de las personas que habita en la localidad los 365 días del año y que sufre las consecuencias de la falta de suministro de agua descarta que «el asunto tenga que ver con la existencia de fugas en la red porque habría humedades en esos puntos o se manifestaría de alguna otra manera». No obstante, para «demostrarlo se debería ejecutar un estudio que lo confirme para así salir de dudas», propone José.

Por ahora, las fuentes no dejan de expulsar agua, algo que «deja claro que no sufrimos de una sequía tan extrema como para que abramos los grifos y no salga nada», comenta Baltasar. Gracias a ellas, los vecinos pueden rellenar sus garrafas y botellas en las situaciones en las que se encuentran más vulnerables ante un «bien del que todos deberían disfrutar».