El rebaño alpinista

R. PÉREZ BARREDO
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Cada día, más de un millar de ovejas se desplazan buscando pastos por el imponente paisaje de Las Loras. El espectáculo se ha convertido en un reclamo turístico

El rebaño alpinista - Foto: Luis López Araico

La niebla vela el imponente perfil de la peña Ulaña, que parece dormitar el sueño de la tierra como un animal antediluviano. La mañana es húmeda aunque se intuyen claros, como el que se abre para iluminar la peña Amaya, que se yergue majestuosa, dominando las alturas con la solemnidad de los mitos. En el corazón del Geoparque de Las Loras, entre los riscos de las laderas descolla el verde de los pastos frescos y el furioso amarillo de la aliaga y la argoma. José Luis y Mohamed se alejan de Fuenteodra en dirección al paraje al que le dicen elEscalerón, un impresionante farallón rocoso a cuyos pies, en un amplio cercado, se encuentran las más de mil ovejas de José Luis que desde hace dos años pastorea Mohamed.Marroquí de Larache, este rabadán no le teme a nada: ni a un rebaño grande -de los más grandes de la provincia- ni al terreno por el que tiene que guiarlo, que es agreste, escarpado e impresionante. 

Constituye un verdadero espectáculo, que se está convirtiendo en un reclamo turístico, contemplar al rebaño desplazándose por este paraje tan abrupto. Parece imposible que pueda atravesar por determinados lugares, pero estas ovejas parecen cabras, o han aprendido de las cabras que también hay en el rebaño: lo cierto es que suben y suben y discurren por crestas de vértigo sin detenerse, sin que ninguna ceda al paso, sin recular. Mohamed y los perros que le ayudan tienen otra compañía: un burro al que llaman Buchi Buchi y que se integra en el rebaño como uno más, amén de ser una de las atracciones de quienes se acercan a visitar las maravillosas cascadas que hay en la zona -Yegüamea, Manapita- o de los senderistas y andarines que gustan de patear por esta zona.

«Están hechas al terreno.Estas pueden con todo», musita José Luis viendo a sus ovejas lanzarse ladera arriba, seguidas muy de cerca por Mohamed, de quien habla maravillas. «No es fácil encontrar buenos pastores, gente que conozca el oficio. Él lo es», apostilla. Asegura este ganadero de Fuenteodra, que ha mamado esta vida montaraz y no se imagina en un lugar que no sea su pueblo y el imponente paisaje en que se enclava, que pastorear su rebaño por esta orografía es duro especialmente para el pastor. Mohamed se quita importancia exhibiendo una sonrisa luminosa, aunque reconoce que entraña cierta complejidad. «El terreno es grande y hay buenos pastos. Ningún problema. Lo llevo bien, con tranquilidad», apostilla.

Sale cada mañana Mohamed con ese millar largo de ovejas y echa todo el día, que no se le hace largo. Una vez que llega con ellas a la parte más alta de Las Loras tiene algo más de calma, porque es ahí donde está el mejor pasto y donde el rebaño se relaja. Otra cosa es el momento de moverse, porque el terreno exige concentración. Hay zonas de verdadero riesgo, pero son pocas las veces que alguna oveja se malogra o se pierde, aunque sucede de cuando en cuando. Nadie lo diría viéndolas subir, discurrir por un desfiladero de vértigo, todas a una bien arracimadas bajo la atenta mirada del pastor y de los perros.

No se sorprenden ni José Luis ni Mohamed que de un tiempo a esta parte sus labores cotidianas hayan despertado interés: nadie mejor que ellos saben de la belleza que constituye pastorear un rebaño tan gran en un paisaje tan subyugante. El gran viajero y naturalista burgalés Enrique del Rivero se ha hecho eco de este fabuloso espectáculo en su imprescindible sitio web burgosinirmaslejos.com, que se ha convertido en una guía infalible para quienes gustas de recorrer esta maravillosa provincia, que atesora innumerables secretos y atractivos. Este rebaño alpinista es uno de ellos. Merece la pena verlo.