Carlos Armiño rehabilita una joya de 1756 como Casa Museo

A.C. / Panizares
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El artista quiere inaugurar en un año su proyecto en la casa rectoral de Panizares, donde pretende integrar su obra con los espacios «para que se comprenda»

El artista Carlos Armiño sentado junto a una puerta lateral de la casa y un vano con una de sus esculturas. - Foto: A.C.

Restaurando la casa de postas de Cereceda, donde se instaló en 1976, comenzó a adentrarse en el mundo de escultura con la madera de una antigua viga de pino. Dejaba atrás la pintura, la disciplina con la que se inició en el mundo del arte. Pasados casi 50 años, Carlos Armiño, el artista valdivielsano nacido en Tartalés de los Montes, quiere «cerrar el círculo» convirtiendo la antigua casa rectoral de Panizares en su Casa Museo, donde las obras seleccionadas se situarán en armonía con los espacios y se integrarán en ellos.  «Es la primera vez que concibo una casa para que se entienda y para ordenar la obra, donde verla sea entretenido, divertido y enriquecedor», resume.

Con su pareja, Rosa Lasagabaster, parte importante del proyecto, fue a mirar una vivienda en Panizares donde llevar parte de las obras que atestan su almacén en Cereceda.  Pero en el camino se cruzó el caserón blasonado de 1756, como indica la inscripción de su escudo, donde no faltan las llaves de San Pedro, símbolo del origen religioso de la edificación. «Al ver esta casa nos entró la sensación de que aquí había una fuerza, algo que salvar, que merecía la pena». Y así fue como se puso manos a la obra para devolver a la vida unos muros que ya amenazaban con sucumbir a la ruina.

Tras meses de sacar toneladas de escombro e incluso pequeños árboles que habían crecido dentro de la vivienda, fruto del agua que caía a chorro por las goteras del tejado, la restauración va avanzando.

La vivienda, por la que el artista muestra una clara admiración, es especial en cada detalle de su interior, donde la práctica mayoría de las ventanas están enmarcadas por bellos arcos. En el suelo del vestíbulo aflora la roca, que se entrelaza con el de canto rodado. También un amplio arco da paso a las escaleras de piedra de subida a la primera planta.

Cada puerta de madera está labrada con diferentes geometrías y Armiño avanza que las restaurarán, al tiempo que tratará de conservar los morteros primitivos en algunas paredes o el entrelazado de varas de avellano que se conserva en otras. La casa, que permanece como si el tiempo no hubiese pasado por ella, estaba en manos de herederos sin posibilidad de restaurarla, muy contentos ahora de que Armiño la vaya a rescatar. Fuera dispone de terreno de antiguas construcciones anexas, de las que ya no quedan más que algunos muros y un jardín, espacios donde ya hay obra y se instalará mucha más. La idea del artista es que la casa junto a sus esculturas sea «un elemento más» para observar con detalle y disfrutar.

Desde 1975. La intención de Armiño, que en 1975 expuso por primera vez sus cuadros en la Sala Arlanzón, de Burgos, es inaugurar este proyecto en un año. No teme a la obra ni al trabajo que va a suponer, porque cuenta con familiares, amigos y profesionales que le van a echar una mano. Pero si se teme a sí mismo y que alguna de sus obras le atrape en el momento más inesperado. Y es que, con 68 años, Carlos Armiño asegura que la creación «no consume mi energía, sino que muchas veces tira de mí», de tal modo que ejerce una atracción que le atrapa y le lleva a concentrar en ella todo su esfuerzo. En el Jardín Secreto del monasterio de Oña ha quedado una de sus últimas obras de porte «imponente», fruto de un trabajo colectivo de varias semanas la pasada primavera.

El hormigón en las grandes creaciones, pero especialmente la madera y el alabastro, son los materiales de los que sigue bebiendo su obra. En ella los muebles escultura, como las sillas, tienen un especial significado y en la Casa Museo tendrán su lugar, sin duda. El día 25, se subastan una docena de sus piezas en París. «Ya no es lo que eran», lamenta. El parón del covid, que dio el tiro de gracia a la mayoría de las galerías de arte en España, también restó público a las subastas y no acaba de regresar. 

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