Unanimidad para salvar al águila de Valverde

G. ARCE / Burgos
-

La aprobación de las Cortes de Castilla y León de un plan de monitorización del águila perdicera, de la que solo sobrevive una pareja en Burgos, coincide con el inicio de su periodo crítico de cría en los Montes Obarenes

La cámara oculta capta a esta rapaz de gran envergadura, que posee las mayores garras de estas aves en proporción a su tamaño. - Foto: Asociación Bonelli

La que termina ha sido una semana de intensas emociones para la Asociación Bonelli, integrada por un grupo de amigos y amantes de la naturaleza que lo están dando todo desde hace muchos años para evitar la desaparición del águila perdicera (Aquila fasciata) en Burgos. Solo les queda una pareja, que anida en los Montes Obarenes, concretamente en Valverde de Miranda, y, por fin, las Cortes de Castilla y León han escuchado sus demandas y han aprobado por unanimidad un plan para monitorizar y proteger a esta hermosa rapaz, que se encuentra en una situación de alta vulnerabilidad y que casi ha desaparecido de los cielos de Castilla y León. 

El acuerdo en las Cortes regionales coincide justo con los días en los que la última pareja de los Obarenes debe comenzar el proceso de cría anual. De que se 'echen' o no al nido estos días primaverales de marzo y de que prospere el único huevo que tienen por nidada depende la supervivencia de un ave que en su día pobló los cañones rocosos del Ebro y el Rudrón, el valle del Arlanza y la Peña Amaya.

La perdicera se distingue por su gran envergadura con respecto a otras águilas, por su característico pecho blanco y por unas garras muy poderosas, las más grandes en proporción a su tamaño.

«Estamos todos los días de los nervios, es ahora o nada...», reconoce Aurelio Dueñas, integrante de la Asociación Bonelli, que vive en una mezcla de nervios por la espera de buenas nuevas en el nido y de la enorme alegría porque «se nos escuche después de tantos años de lucha y demandas».

El águila de Valverde es una de las grandes maravillas naturales que atesora la provincia de Burgos. Se estima que lleva más de 50 años volando por las crestas de los Montes Obarenes y su presencia ya era conocida por los abuelos de la comarca. El último pollo de esta especie nació antes de la pandemia, en 2019.

El águila perdicera es el vertebrado más amenazado de Castilla y León. Incluida en el Catálogo Español de Especies Amenazadas como especie vulnerable, entre el 70% y el 80% de su población ha desaparecido de Castilla y León en los últimos 50 años.

Hoy, según se escuchaba esta semana en las Cortes, solo quedan 17 parejas reproductoras en todo el inmenso territorio regional, 10 en Salamanca y 6 en Zamora, compartidos en ambos casos con Portugal, y la burgalesa, compartida con La Rioja. Han dejado de surcar los cielos de Palencia, León, Ávila, Soria y también de Segovia.

En Burgos se llegaron a contabilizar 44 parejas en los años 70. Las electrocuciones en los tendidos eléctricos y la desnutrición cuando las plagas y las enfermedades diezmaron a su principal alimento, los conejos, han precipitado su declive.

De hecho, la falta de alimento determina que su capacidad reproductora sea muy baja: un pollo por nidada (0,53 pollos por pareja de productividad) y con un riesgo añadido de una alta mortandad entre los jóvenes. 

Gestiones. El pasado martes, la Comisión de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio aprobó por unanimidad una proposición no de ley en la que se insta a la Junta de Castilla y León a continuar y hacer efectivo un plan de monitorización del estado de conservación de la población de águila perdicera en la Comunidad.

Se trata de una vieja demanda de la Asociación Bonelli, canalizada en los últimos tiempos en las páginas de Diario de Burgos y que ha tenido su respuesta en la clase política. El colectivo se puso en contacto con la procuradora socialista por Miranda Virginia Jiménez y también con Iñaki Sicilia, procurador burgalés por Vox y reconocido amante de las aves.

Ese afán por conservar un tesoro natural por encima de las diferencias políticas ha llevado a la unanimidad para solicitar un plan de conservación, salvadas las discrepancias del PP que argüía que ya se estaban adoptando medidas en este campo.

Jiménez dejó claro en la Comisión que las medidas adoptadas hasta la fecha «no están dando resultado alguno». «Es una obligación de la Administración regional el luchar por el águila perdicera, como sí se está haciendo en Álava con unos resultados muy favorables».

Reintroducción. La ilusión de la Asociación Bonelli es hacer con el águila perdicera lo mismo que GREFA está haciendo con el buitre negro en Huerta de Arriba, donde ha conseguido reintroducir más de un centenar de estas aves necrófagas.

El proyecto de este grupo de expertos pasa por implantar el hacking en Burgos, es decir, la crianza campestre de estas rapaces en una jaula de aclimatamiento de grandes dimensiones. 

La Asociación Bonelli planteó a la Junta de Castilla y León la instalación, gestión y financiación de un hacking en un emplazamiento cerrado de la Sierra de Oña, con una segunda posible ubicación en el Valle del Arlanza.

En estas grandes jaulas se introducirían los pollos del año procedentes de centros de cría en cautividad (en Majadahonda o Francia) o de Andalucía, para su progresiva adaptación al territorio y asentamiento definitivo en el mismo. En tres meses se abren las jaulas y el ave -siempre monitorizada con GPS y vigilada- puede empezar a moverse en libertad. 

Este método está ya implantado en Madrid, Mallorca, Álava y Navarra, donde también se está recuperando esta rapaz.

«Nos gustaría que el acuerdo político se traslade cuanto antes al papel, a un plan que se ejecute y pare un declive que es crítico. Lo más importante es que el águila no desaparezca».