La tan manida transición de la movilidad desde el motor de combustión hacia otros modelos mucho más amables con el planeta ha alcanzado un hito sin precedentes. Por primera vez desde que hay registros, el número de matriculaciones de coches eléctricos en Burgos supera al de vehículos que emplean el diésel para funcionar. En los dos primeros meses del 2023 las ventas de turismos y todoterrenos con distintivo ambiental cero emisiones han alcanzado las 64, lo que representa un 11,7% del total de operaciones en la provincia.

Por otro lado, las transacciones de coches que emplean gasoil, a la baja desde hace tiempo, se han quedado en apenas 54, una cuota de mercado del 9,7%. «Cada vez hay más opciones para recargar, en las calles han puesto enchufes... la tendencia es buena y viene para quedarse», apunta Carlos Arce, presidente de la Asociación de Concesionarios de Automóviles de Burgos. El líder de Aconauto en la provincia asegura que muchas de esas ventas de eléctricos son coches destinados para la ciudad, de reparto de última milla o con una autonomía no superior a los 120 kilómetros, lejos de las grandes -y privativas- marcas de automóviles.

 Abriendo más el foco y tomando como referencia el conjunto de modelos limpios, es decir, los híbridos, los impulsados con gas natural y los eléctricos, la suma de estos es de 270. Todos estos suponen el 48,8% del total de matriculaciones entre enero y febrero. Al otro extremo, los gasolina y diésel reportan 283 unidades, es decir, el 51,1% restante. Es más, el primero de los bloques ha disparado sus ventas este año un 23,8% en comparación con el arranque del 2022 (270 vs. 218), mientras que el segundo apenas lo ha hecho en un 8,8%, pasando de las 260 a las 283 actuales.

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