La fase I del desmantelamiento de Garoña se retrasa

A.C. / Garoña
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Enresa deberá pagar 4 millones más, hasta un total de 142,2, por una modificación en los contenedores que almacenarán el combustible gastado y que llegarán poco a poco desde mayo hasta octubre de 2026

El gobierno central adjudico a Ensa la fabricación de 44 contenedores para Garoña en julio de 2020. - Foto: Alberto Rodrigo

El presidente de la Empresa Nacional de Residuos, Enresa, José Luis Navarro, avanzó el pasado mes de julio en el acto de transferencia de la central nuclear a la empresa pública que «a finales de año o comienzos del 24» estaba previsto el comienzo de una de las tareas más importantes de la fase I de desmantelamiento de Garoña. Se trata del vaciado de la piscina donde ahora se almacena el combustible gastado, un residuo radiactivo de alta actividad, para cargarlo en contenedores. Sin embargo, esos plazos van a sufrir un primer retraso después de que Enresa haya modificado el contrato que firmó en julio de 2020 con la empresa Equipos Nucleares S.A. (Ensa), que los fabrica y licencia ante el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN).

La modificación permite a Ensa ampliar el contrato de 5 a 6 años y 4 meses y aumenta el coste de los 44 contenedores pendientes de fabricar en 4 millones de 138,2 a 143,2 millones. El cambio en las condiciones del contrato, motivadas por la necesidad de realizar un reajuste en el diseño de todos ellos, también conlleva que el suministro de los contenedores se retrasará en unos seis meses sobre el calendario previsto y el primero no llegará hasta mayo de 2024 cuando estaba previsto en el contrato inicial que llegase el pasado mes de septiembre. El último está planificado que llegue a la central en octubre de 2026, cuando en teoría la primera fase del desmantelamiento debía de finalizar en julio de 2026, a los tres años de la transferencia de titularidad.

Solo uno lleno. «Tras los incidentes acaecidos en la carga del primer contenedor», según explica Enresa en la memoria justificativa de la modificación del contrato, el CSN remitió a Nuclenor y a Enresa una nueva instrucción técnica sobre estos recipientes en noviembre de 2022. De hecho, solo se ha cargado uno de los cinco contenedores que llegaron a Garoña y los otros cuatro, así como los 44 que se van a fabricar se deberán de adaptar a los cambios. En la carga del contenedor se produjo «un problema de compatibilidad geométrica del combustible con los bastidores de los contenedores», donde han de introducirse. Este hecho obliga a un rediseño y nuevas pruebas adicionales en el nuevo bastidor del contenedor. La empresa justifica que «esta actividad afecta a la línea crítica de fabricación y, dado que debe de implementarse en todos los contenedores y no pudiendo hacerse en paralelo» incluso se retrasará de dos a tres semanas el plazo en que se irán sirviendo cada uno de los contenedores. Cada uno de ellos elevará su coste en 91.680 euros (IVAincluido), un 2,9%.

Los contenedores ENUN 52B diseñados y fabricados por Ensa almacenarán un máximo de 52 elementos combustibles cada uno hasta el total de 2.505 que se han acumulado en Garoña tras más de 40 años irradiando uranio. Su blindaje impedirá que la radiactividad salga al exterior. Para su depósito, una vez llenos, en el Almacén Temporal Individualizado (ATI) de Garoña también es preciso que el CSN emita un informe favorable, aún pendiente, sobre el aumento de la capacidad de almacenaje de estas instalaciones construidas desde 2017. En su día solo autorizó a almacenar allí 10 contenedores, pero tanto desde Nuclenor como Enresa esperan que podrá albergar los 49 sin necesidad de ejecutar modificaciones. El ATIcuenta con una superficie de 7.200 metros cuadrados y dos losas sísmicas de 800 cada una donde irán los contenedores.