El color sí que importa cuando se habla de euros

I.M.L. / Aranda
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Las nuevas aceras del tramo de la avenida Portugal recién arreglado lucen un negro asfalto en vez del verde que fijaba el proyecto. Un cambio que ha supuesto un ahorro de 75.000 euros

El negro asfalto en la acera confunde a muchos peatones, que circulan por el carril bici dejando libre la banda peatonal. - Foto: I.M.L.

El negro es un color elegante, sobrio, que estiliza la figura... y el coste de un proyecto urbanístico. Más allá de gustos, el color negro parece que no tiene más que ventajas (aunque habrá que esperar a que apriete el sol para confirmarlo). Los empresarios, trabajadores y clientes de la avenida Portugal, que llevaban desde enero de 2022 conviviendo con las obras de remodelación de un tramo de 3,5 kilómetros, ya han perdido de vista las máquinas y pueden transitar sin más problemas. Ahora toca valorar el resultado, que no a todos les gusta, como el uso de una corbata negra en actos protocolarios que no sean un funeral.

Más allá de los dobles resaltes que se han puesto a la entrada de las distintas parcelas, que «hay que frenar casi para no dejar ahí el tubo de escape» aporta como justificación a su voto en contra un trabajador, lo que iba a ser una calle tricolor se ha quedado en dos tonos intercalados. Junto al negro de la calzada y el color vino del carril bici, el proyecto inicial contemplaba un asfaltado verde para la zona de acera. 

Con la autorización de la Administración local, pocos días antes de concluir los trabajos la segunda modificación de este proyecto, el resultado final se ha quedado en dos colores, al abandonarse el diseño inicial de las aceras para dejarlo en un negro calzada que, casi de forma instintiva, hace que muchos peatones transiten por el carril bici para evitar pisar una zona que más parece la carretera que una zona destinado para el tránsito a pie.

Ahora viene la parte positiva del cambio. Ese viraje de color supone una reducción del coste total de la obra, una rebaja de 75.000 euros, más de un 15% del importe total de estos trabajos, que se adjudicaron por casi 478.500 euros. Pero las cifras no suponen un alivio a los más habituales de este entorno. «Aquí me gustaría ver a mí a los del Ayuntamiento cuando estemos trabajando con 40 grados a la sombra», no se corta en comentar un empleado de una empresa de automoción. «¿Más negro? Será que ellos lo ven todo así, pero aquí se van a derretir los pajaritos en verano», comparte una clienta que acude a hacer la compra a los almacenes de alimentación y frutas que comparten acera. Porque, ya se sabe, el negro no es lo más idóneo para ponerse al sol.