Una brotación precoz de la vid aumenta su exposición a heladas

I.M.L. / Aranda
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El calor de la pasada semana adelanta el arranque del ciclo vegetativo, en el que las viñas jóvenes podrían sufrir estrés hídrico, al igual que soporta ya el cereal, si no llueve en breve

Las cepas más adelantadas ya muestran las primeras hojas, mientras que muchas tienen pequeños botones de yema. / I.m.l. - Foto: I.M.L.

Los viticultores acaban de entrar en esa temporada de dos o tres semanas al inicio del segundo trimestre en la que las previsiones meteorológicas les quita el sueño. Los viñedos empiezan a mostrar signos de despertar después del letargo invernal y las yemas de lo que serán los futuros sarmientos empiezan a despuntar. 

Mirando el calendario histórico del territorio de la DO Ribera del Duero, el adelanto de este resurgir de las cepas es de más de diez días, cuando la fecha media para considerar una brotación generalizada está en el 26 de abril, «cuando mínimo el 50% del territorio de la DO se encuentra en lo que llamamos estado fenológico de punta verde, que es cuando la yema ha roto y empieza a brotar el sarmiento», explica de manera didáctica el director técnico del Consejo Regulador de la DO Ribera del Duero, Alex González. Aún no se ha llegado a ese punto, pero asegura que «este fin de semana y, seguro, la semana que viene ya estaremos en ese estado».

Pasada la Semana Santa es cuando el Servicio de Viticultura y Enología del Consejo Regulador comienza a realizar las inspecciones de campo y ya están comprobando cómo el verde de las yemas se abre paso entre la madera de las cepas, sobre todo en las jóvenes. Los que están a pie de viñedo también constatan que las plantas están revelando los efectos de la nueva circulación de la savia por sus conductos. «Ya se ve alguna viña que está con las yemas, incluso alguna ha abierto, como vengan otros tres días de calor como los de atrás, acelera el proceso», confirma Teófilo de Pedro, agricultor de Valdezate. «Alguna viña joven ya se ve, la mayoría están a punto, pero les falta un par de días, si suben un poco las temperaturas explotan ya y en 15 días está todo verde», reconoce Javier Arroyo, viticultor en el páramo de Moradillo de Roa, donde las condiciones climatológicas siempre hacen que el ciclo de la vid vaya algo más retrasado que en otros puntos de la DO.

Lo que podría ser una noticia positiva, tiene su cara oscura porque la variabilidad de las temperaturas en esta época del año hace a los viticultores temer las heladas, que en este momento podrían tener graves consecuencias. «Este mes de abril, y primeros de mayo, vivimos con mucha preocupación porque las heladas, dependiendo del estado del viñedo, pueden provocar unos daños bastante graves en las plantas», reconoce González, rememorando aquellos nefastos 27 y 28 de abril de 2017, cuando dos heladas nocturnas «con el ciclo algo más avanzado que ahora, destrozó las yemas, la madera y afectó a la producción de ese año y del siguiente». Un ejemplo muy presente del temor a esas bajadas de temperaturas que, de momento, «no tenemos conocimiento de que haya habido ningún daño» remarca el director técnico de la DO Ribera del Duero.

Otra de las preocupaciones actuales en el campo es la falta generalizada de lluvias. Un largo episodio seco que está afectado, sobre todo, al cereal y a las viñas más jóvenes. «Lo que llovió en invierno es suficiente para el viñedo, menos para las jóvenes que tienen menos raíz, eso no quiere decir que no viene bien que llueva, porque el problema empieza a ser serio para el cereal, que al tener poca raíz se muere enseguida», alerta Arroyo.