Marceliano Santa María brilla en la exposición sobre Nebrija

R. PÉREZ BARREDO
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La muestra, que acoge la Biblioteca Nacional de España, exhibe el retrato que el pintor burgalés hizo del gramático por encargo de la RealAcademia Española

El cuadro es propiedad de la RAE. - Foto: Catálogo de ‘Nebrija. El orgullo de ser gramático’

A comienzos de la década de los años 20 del pasado siglo MarcelianoSanta María era uno de los pintores más reputados y reconocidos. El artista burgalés no sólo era desde hacía años miembro de la Real Academia de San Fernando: escritores de la talla de Azorín, Valle-Inclán, Cossío o Camón Aznar había loado su obra. Era, además, presidente de la sección de pintura del Círculo de Bellas Artes de Madrid. Fue entonces cuando el director de la Real Academia Española le hizo un encargo. No en vano, al margen de ser el 'pintor de Castilla' y de ser uno de los principales exponentes de la pintura historicista, gozaba Santa María de fama de gran retratista. La RAE le pidió al burgalés un retrato de Elio Antonio de Nebrija, humanista que fue autor de la primera gramática castellana. Personaje del que se acaba de inaugurar en Madrid una gran exposición con motivo del V centenario de su fallecimiento en Alcalá de Henares.

En esa muestra, que acoge la Biblioteca Nacional de España, se pueden ver más de un centenar de obras procedentes de las colecciones de la Biblioteca Nacional, junto con otras prestadas por una decena de instituciones españolas, y sigue los pasos de Nebrija e invita a recorrer la España de la época y sus centros del saber. La muestra, organizada en colaboración con la Fundación Antonio de Nebrija y con el patrocinio de la Universidad de Nebrija y Acción Cultural, descubre el perfil intelectual del humanista español, y entre las piezas que pueden contemplarse destacan desde el Breviario de Isabel la Católica, ricamente decorado a manuscritos caligrafiados por el propio Nebrija en sus tiempos de estudiante, pasando por la primera edición de las famosas Introductiones Latinae y su copia manuscrita para el maestre de Alcántara con bellas miniaturas, la Gramática sobre la lengua castellana de 1492, y el retrato que Santamaría realizó sobre él.

Retrato que ocupa un lugar preeminente en la muestra, y en el que se detuvo con mucho interés el ministro de Cultura, Miguel Iceta, el día de la inauguración de la misma. Marceliano Santa María entregó la obra en marzo del año 1922. Junto al retrato que se llevó a la sede que 'limpia, fija y da esplendor' acompañó una carta, dirigida al que fuera muchos años secretario de la institución, Emilio Cotarelo. El archivo de la RAE conserva la misiva, en la que el pintor burgalés es breve: Mi distinguido amigo: Ahí le envío el retrato de Nebrija que celebraré sea de su gusto, he pintado ahora más a la española para que haya diferencia de los otros y parezca de mano distinta. Precisamente por este cuadro hoy expuesto en la muestra sobre Antonio Nebrija está realizando un estudio Covadonga de Quintana, directora del Archivo y Patrimonio artístico de la Real Academia Española.  

La muestra. 'Nebrija. El orgullo de ser gramático' está dividida en cuatro espacio y toda la muestra es una invitación a recorrer la España de la época y los centros del saber en los que vivió y trabajó el gramático. Desde Lebrija, su lugar de nacimiento, pasando por Salamanca, donde cursó su Bachillerato en Artes y en cuya universidad desarrolló, con el tiempo, la mayor parte de su carrera docente; Bolonia, la ciudad que propició su encuentro con Italia y el Humanismo del que fue un exponente en España; la localidad segoviana de Coca o Villanueva de la Serena y Brozas en Extremadura, enclaves en los que el gramático realizó su labor bajo el amparo de generosos mecenas.Termina la exposición en Alcalá de Henares, que fue su último destino, en el que contó siempre con el apoyo del cardenal Cisneros y de su universidad.

Fue un humanista, un hombre que lo cifró todo en el estudio y, aún más, en la aplicación práctica del aprendizaje que nos ofrecen los libros. Convencido de que en el pasado se encontraban muchas de las claves para mejorar el presente, compartió sus conocimientos de latín con sus alumnos, contribuyendo a su acercamiento a la cultura antigua. Su curiosidad y su método, propio de un gramático, lo llevaron a interesarse por la botánica, la zoología, la medicina, la astronomía, la cosmografía, las Sagradas Letras, la historia o la poesía. Un erudito, a quien su ratio («razón»), lo guio por un camino que no fue ni sencillo ni llano.

Convencido de su propósito, el maestro no dudó en decir lo que pensaba y actuar en consecuencia. Eso le granjeó algunas enemistades, pero también grandes afectos. Antonio de Nebrija ha pasado a la historia por escribir la primera gramática completa de una lengua vulgar, su Gramatica sobre la lengua castellana, publicada en 1492. Sin embargo, sus coetáneos lo conocieron por sus Introductiones Latinae, publicadas en Salamanca en 1481. Desde entonces, no dejó de perfeccionar su método gramatical, que terminó convirtiéndose en una verdadera enciclopedia lingüística.