Del poder y sus abusos

I.L.H. / Burgos
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Lorenzo Silva presenta esta tarde 'Púa' en el Círculo Creativo, «un relato hecho desde la conciencia» del verdugo, de quien ha formado parte de la guerra sucia y ha viajado a los límites del mal

El autor de ‘Castellano’, ‘La flaqueza del bolchevique’ o ‘Carta blanca’ habla esta tarde de ‘Púa’ en la salón de actos de la Fundación Círculo (plaza España, 20 h.). - Foto: ©Carlos Ruiz

«Soy una mala persona. Al igual que otros, podría decir. Con la diferencia, podría alegar, de haber dejado de buscarme una disculpa para justificar mis fechorías. Y qué: lo primero no me hace bueno y lo segundo no me hace mejor. Son solo complementos circunstanciales. Cuando uno acepta convertirse en una mala persona, poco importa lo demás. A quien le toca padecerte ni le va, ni le viene, ni le alivia».

Así comienza Púa (Destino), la última novela de Lorenzo Silva y toda una declaración de intenciones. El protagonista es un antiguo agente secreto que participó en la guerra sucia del Estado para acabar con la violencia terrorista y que, con los años, regresa a ese lado oscuro para echar una mano a un antiguo colega. Púa es un criminal, un personaje «que debe perturbarte e interesarte, pero no tiene por qué caerte bien o empatizar, como pasa con el protagonista de Lolita, que es un ser despreciable», apunta el autor, que esta tarde presenta la novela en el Círculo Creativo, en el salón de actos de la fundación en plaza de España (20:00 h.).

El personaje renuncia a caer bien; solo quiere compartir su historia «porque quien ha hecho lo que él ha hecho tiene muy difícil la redención». Aun así, en la exposición de sus circunstancias muestra un lado humano, las sombras que permiten acercarse a la persona: «Tiene varias dimensiones. Por ejemplo, no llega al mal por malas razones, porque sea un psicópata o un canalla. Acaba haciendo mucho daño creyendo que tiene buenas razones para hacerlo. Y es una persona que asume grandes sacrificios, entre ellos el de su vida personal. Por lo tanto, tiene cierto desprendimiento hacia los ideales que acepta. Por otra parte, a mí cada vez me interesa menos aquel que no duda, porque no he conocido a nadie así», asegura Silva, quien ha contado con las impresiones de gente que ha formado parte de organizaciones terroristas, ha estado en guerras, ha cometido delitos graves, ha ejercido de francotirador... «No son experiencias comunes. En la mayoría de los casos siempre hay algo que lo justifica en su escala de valores. Y ninguno presume», añade. 

Esos testimonios y sus matices le han permitido abordar literariamente una situación difícil de comprender y a un personaje de múltiples aristas, situándolo en una época y un país indeterminado dentro de una organización (La Compañía) que no es ni se asemeja a los GAL ni a ningún otro grupo paraestatal. Púa irá al rescate de un antiguo colega que le pide que eche una mano a su hija que está metida en un grave problema. Al hacerlo, el protagonista irá contando esa historia y la de su pasado. «El relato está hecho desde la conciencia. Frente a otros verdugos que prefieren contarse una mentira piadosa o no reconocer la dureza e inmoralidad de lo que han hecho, él lo reconoce».

Formar parte de ese entramado es consecuencia también de la existencia de organizaciones que surgen por un apego indebido al poder. De eso y de los abusos que se cometen por su causa habla el autor de Castellano y los libros de los guardias civiles Bevilacqua y Chamorro.