La encina de Martín

B.A.
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Raíces en Castrillo (de la Reina) se llama el proyecto vecinal y municipal lanzado para el apadrinamiento de árboles y la regeneración de zonas degradadas del municipio. Margarita cuida del que su hijo Daniel regaló a su ahijado

El alcalde de Castrillo,GaloContreras, y Margarita, junto a la encina plantada en un paraje con preciosas vistas. - Foto: F2 Studio

Margarita González tiene desde hace unos meses una tarea más en su lista de quehaceres diarios. Entre clases de teatro, taller de memoria, gimnasia y la colaboración con la parroquia y la Asociación Cultural El Rollo y la revista que edita, saca tiempo para mimar a una encina que plantó en abril. La visita a diario, la riega  y está muy pendiente de su evolución. La cuida casi como a un hijo, y no es para menos teniendo en cuenta que este ejemplar es el primogénito del proyecto Raíces en Castrillo, una iniciativa vecinal y municipal basada en el apadrinamiento de un árbol para ayudar con él a la regeneración de espacios degradados y así contribuir a su embellecimiento del municipio.  

Y el origen de todo ello está en la llegada de Martín. «Mi hijo Daniel es su padrino y cuando nació, entre otras cosas, le regaló un árbol en Castrillo», explica Margarita, que se hizo cargo del presente de su hijo y se puso en contacto con el ayuntamiento de la localidad para solicitar un espacio en el que plantar este árbol dedicado al pequeño, hijo de Achútegui y María, amigos de Daniel y unos más en el pueblo. «La idea del apadrinamiento fue de ella», reconoce Galo Contreras, alcalde de la localidad, que acogió la propuesta y la dio forma bajo el nombre Raíces en Castrillo. «Desde el ayuntamiento ofrecemos el espacio, y en este caso pensamos que este sería un buen sitio, con unas vistas bonitas», añade.

Y es que esta encina, que aún no da sombra pero si ofrece una bonita panorámica de chimenas serranas, ha servido para mejorar la zona de Los Gallineros, donde hace años hubo un verterdero. «De hecho, cuando cavaron para plantarla salieron restos de cristales», confiesa Contreras, que también ha trabajado para que el entorno del árbol luzca bonito, cortando la hierba y los cardos de alrededor. «Con esta iniciativa queremos embellecer espacios del pueblo menos visibles y así acercarlos también a los vecinos», añade. 

Puentes Casa Nueva y Eras de Manzanedo son otros dos de los enclaves de Castrillo que el ayuntamiento propone para regenerar mediante el apadrinamiento de un árbol, en el que los vecinos asumen su coste y cuidado y el consistorio facilita el espacio. «Es un proyecto a largo plazo, no tiene por qué ser algo inmediato, sino que la gente poco a poco se vaya animando a seguir plantando», comenta Margarita, que confiesa que sí hay más personas interesadas en participar de esta propuesta para mejorar rincones próximos al casco urbano y en la que han contado con el asesoramiento de la agente medioambiental de la zona. «Me aconsejó que fueran árboles duros y autóctonos», relata. 

Herencia para el futuro. La implicación de Margarita con la encina de Martín va más allá de echarle agua y velar por su desarrollo. «Quiero hacer una especie de historia del árbol, contando sus avatares, para dejárselo por escrito a su destinatario», comenta la mujer, que no descarta que en un futuro esta iniciativa sea también un atractivo turístico en forma de ruta por los árboles plantados. «Por un lado tenemos los fósiles y por otro los apadrinados», matiza Conteras,  abierto a todas aquellas propuestas que sirvan para enriquecer la localidad. 

Pensando en que llega tarde a su clase de teatro mientras nos cuenta que durante el primer año los cuidados que requiere son más intensos que más adelante, Margarita confía en que Martín, de un añito, venga pronto a conocer su árbol. «Seguro que no tardará».