Pocos bares pueden presumir de ocupar un edificio catalogado como patrimonio histórico municipal. La Taberna Moruga, en Hortigüela, es uno de los ellos. A pie de carretera, el inmueble fue la posada del pueblo y durante muchos años acogió el Restaurante La Parrilla. Fue hace 13 cuando Esther Cupillar y Fernando Blanco apostaron por dar una nueva vida a esta antigua casona de piedra para establecer su bar, restaurante y hostal. Allí trabajan ambos junto a su hija Alba.
En la Moruga llevan la tradición por bandera y apuestan por los productos de temporada y de kilómetro cero para ofrecer en sus menús o tapas. En otoño y primavera de su cocina salen platos elaborados a base de setas recolectadas en el entorno; en enero y febrero la protagonista de su oferta es la trufa negra de la zona; y de enero a abril celebran las Jornadas Gastronómicas del Calçots. "Ya las hemos hecho durante nueve años y la verdad es que tienen muy buena aceptación. Vienen clientes de Burgos y hasta de Valladolid y Madrid para comerlos", explica Fernando en relación a la degustación de esta pequeña cebolla.
La preparación de este plato típico de Cataluña en este rincón burgalés tiene su explicación en el origen barcelonés de ambos. Los dos trabajaban y vivían en la Ciudad Condal, pero apostaron por dejar atrás el bullicio de una gran urbe y establecerse con sus hijos y nieto en el pueblo del que él era originario y donde habían pasado muchos veranos. "Estamos muy contentos con el cambio y satisfechos con la vida que llevamos aquí. Ha sido 100 por 100 positivo, estábamos ya hartos".
"Apostamos por emprender aquí hace 13 años y estamos muy satisfechos con la decisión"
De lunes a viernes ofrecen menús del día y entre semana la posibilidad de elegir varias sugerencias de su carta, en la que destacan las carnes de calidad. "Tenemos una cámara para poder madurar los chuletones y también tienen muy buena aceptación las hamburguesas que preparamos, este verano han funcionado muy bien", comenta el hostelero, siempre dispuesto a colaborar y participar en las distintas propuestas que tienen que ver con la gastronomía en la comarca, como las Jornadas de la Trufa Negra o Micolara, la iniciativa micológica de la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara con la que tratan de dinamizar la comarca.
A través de unas escaleras se accede desde la planta baja del local a la superior, donde tienen 6 acogedoras habitaciones decoradas con mimo por Esther, a la que se le dan muy bien las manualidades y reciclar ciertos muebles u otros objetos para que puedan seguir siendo útiles. "Antes de abrir el negocio estuvimos en obras durante alrededor de un año, entre otras cosas para dotar a cada uno de los cuartos con su propio aseo", cuenta él, que recuerda que lo que hoy es La Taberna Moruga también fue la casa del médico del pueblo y que no hace muchos años, incluso estando ya ellos allí, la enfermera pasaba su consulta en ella.
A Esther y Fernando les gusta cuidar cada detalle y siempre están dispuestos a dar una respuesta a sus clientes. Abren todos los días, excepto los lunes, de 9 a 16 horas y de 19 a 23.30. Ahora van a disfrutar de unas merecidas vacaciones para a su vuelta seguir dando actividad a Hortigüela. "Un bar es el que da la vida a un pueblo".
Vecinos, de paso y turistas
Hortigüela, como detalla Fernando Blanco, se encuentra en "un lugar privilegiado", muy próximo a la Sierra de la Demanda y dentro del Parque Natural Sabinares del Arlanza-La Yecla. "Es una zona espectacular, cuna de Castilla. También estamos a un paso de San Pedro de Arlanza". No es de extrañar que gran parte de sus clientes sean turistas que se acercan para descubrirla y disfrutarla. "Cada vez hay un mayor interés por conocer el parque natural, vienen muchos senderistas y también ciclistas", relata en relación al creciente interés por la comarca.
La clientela de la Moruga es una mezla de esos turistas, de vecinos y veranantes del pueblo y también de gente que está de paso, ya que la localidad se encuentra junto a la N-234.