Relevo de la masa madre

S.F.L. / Briviesca
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El traspaso de las panaderías Araceli y Herrero permite que, a pesar de las jubilaciones de los propietarios, se mantengan servicios vitales para los briviescanos. Dos familias se instalan en la ciudad para gestionar los negocios

Dos familias se instalan en Briviesca para gestionar las panaderías Araceli y Herrero tras la jubilación de sus propietarios. - Foto: Patricia

Lucía de la Rosa | Panadería Herrero

«Dejamos Zaragoza sin pensarlo para venir aquí, y el cambio es muy positivo» 

Las casualidades existen. Y si no que se lo pregunten a Lucía de la Rosa y a su marido, Luis de Santiago, un matrimonio recién aterrizado en la capital burebana con el fin de hacer lo que mejor se les da: elaborar pan. Una tarde cualquiera de un día cualquiera se encontraron con un amigo en tierras mañas, y entre todos los temas que tocaron salió a la luz que unos panaderos de Briviesca iban a cerrar inminentemente el negocio por jubilación. «Los ojos se nos pusieron como platos al escucharlo porque nuestro local en Zaragoza no funcionaba bien», declaran.  

Ni una semana esperaron para recorrer los más de 250 kilómetros que les separaba de las instalaciones para visitarlas. Quedaron prendados con lo que la panadería Herrero ofrecía, tanto que no sintieron ningún tipo de remordimiento por dejar atrás su vida en territorio aragonés y comenzar una nueva historia en la ciudad. «Por esta zona la gente apuesta más por el producto artesano y eso nos animó a venir. Donde estábamos triunfa más el pan congelado y hay demasiada competencia», expone Lucía mientras no deja de atender a los compradores.

Lucía de la Rosa, panadería Herrero: «Dejamos Zaragoza sin pensarlo para venir aquí, y el cambio es muy positivo».Lucía de la Rosa, panadería Herrero: «Dejamos Zaragoza sin pensarlo para venir aquí, y el cambio es muy positivo». - Foto: Patricia

Es mediodía, hora punta, y la puerta del establecimiento situado en plena avenida Reyes Católicos no deja de abrirse. «Mantener la clientela y que estas personas confíen en nuestro trabajo a pesar de no conocernos de nada nos emociona», recalca la dominicana. Ella aprendió todo del oficio de la mano de su pareja, que se ha dedicado siempre al sector del pan, y su simpatía le ha llevado a dominar el mostrador como nadie. «Yo soy más de hablar que de amasar», manifiesta entre risas. 

Han apostado por mantener la misma línea de negocio y ofrecen las mismas elaboraciones con alguna nueva variedad que destaca, principalmente, en los artículos de bollería que tanto éxito tienen. Las tostas de mantequilla con avellanas «han sido un descubrimiento para los briviescanos y también las magdalenas y rosquillas. No tienen nada del otro mundo, simplemente nuestro toque personal», añade la dependienta. 

El matrimonio se instaló en la ciudad en diciembre y asegura que el cambio ha sido muy positivo. No vienen solos. Un pequeño de cinco años se muestra feliz con sus nuevos compañeros de pupitre.

Mirela-Mariana Kris e Iosif Kris, panadería Araceli: «Habrá sorpresas y queremos elaborar productos típicos de Rumanía».Mirela-Mariana Kris e Iosif Kris, panadería Araceli: «Habrá sorpresas y queremos elaborar productos típicos de Rumanía». - Foto: Patricia

Mirela-Mariana Kris e Iosif Kris | Panadería Araceli

«Habrá sorpresas y queremos elaborar productos típicos de Rumanía»

El motivo por el que Mirela-Mariana e Iosif Kris han tomado las riendas de la mítica panadería Araceli tiene que ver con la pérdida de empleo del padre de familia. Durante años fue la mano derecha de los propietarios de un 'horno' en  Cerezo de Río Tirón pero cuando estos decidieron echar el cierre definitivo «tuvimos que replantearnos las cosas», aclaran. Ella trabajaba en el sector de la hostelería aunque de pan sabe un rato. «En mi casa siempre hemos comido el que yo elaboro con mis manos», añade la empresaria. Por ello, no hubo lugar a dudas y se quedaron con el negocio de Briviesca.

El cambio lo califican como «bueno» y desde que arrancaron en enero se han ganado la confianza plena de los clientes más fieles. «Siguen viniendo aquí, nos transmiten que les gusta el género que hacemos y están contentos, así que nosotros también». El intercambio de recetas y el secreto mejor guardado de los anteriores panaderos - que hicieron de sus productos unos de los más reconocidos de la ciudad- implica que «nadie aprecie diferencias entre lo que ellos ofrecían y lo que ahora nosotros hacemos».

En el obrador trabajan más con las manos que con las máquinas para producir cerca de 600 piezas diarias, que los sábados y domingos se incrementan considerablemente. La repostería ocupa un lugar especial en las estanterías, sobre todo las muñequeras, un dulce con forma ovalada cuyo sabor recuerda a las rosquillas con anís.  Los asados de cordero también han ganado fama y son «cantidad los clientes que nos solicitan estos encargos», declara la emprendedora. Las pizzas y empanadas continúan en el ranking de los productos más demandados. 

El matrimonio promete novedades y pretende «ampliar el catálogo con elaboraciones típicas de Rumanía», el país que dejaron hace ya doce años. «Somos panaderos artesanos, nos gusta el pan en la cesta del pan. El que sabe y huele como el del horno de nuestros abuelos y es capaz de sorprender tanto a los niños como a los adultos», añaden. Atienden al público de lunes a domingo -sin excepción- de 8.30 hasta las 16 horas y por el momento van y vienen de Cerezo, pero no por demasiado tiempo. La buena acogida en la ciudad les ha animado a replantearse un cambio de domicilio.