Blanca García Álvarez

De aquí y de allí

Blanca García Álvarez


Blanquear

09/11/2023

El más que posible pacto por la amnistía que va a romper España a base de manifestaciones y opiniones me ha pillado descubriendo mi primera cana. A usted le importará, si tiene dos dedos de frente, más lo primero que mi drama personal de niñata que deja de serlo. A mí me hace gracia que coincidan en el mismo momento: políticos que perdonan a otros por vivir más tiempo en el poder; el tiempo que no me perdona a mí y me quita poder vivir.

Llevamos un tiempo viviendo en la confrontación, en la polarización y en el 'donde dije digo, digo Diego'. Los mayores defensores del art.155 ahora se acomodan en salas decoradas por el recuerdo de lo que juraron que rompía nuestra democracia. Soy una fiel defensora de los cambios de parecer -incluso de aquellos que podrían tacharse de hipocresía- porque entiendo que nuestro conocimiento y la realidad está en constante evolución. No comprendo, eso sí, la venta al por mayor de los valores que te construyen como persona.

Mientras en Madrid se ocupa la Gran Vía y se lanzan adoquines, en las calles de Barcelona sólo han salido las luces de Navidad y manifestaciones en apoyo a Palestina, como si el perdón de todos los pecados independentistas no fuera con la sociedad catalana. 

Siempre me han molestado mucho los tramposos porque no saben aceptar las consecuencias de su falta de talento. Desde la clásica mujer criticona y sinvergüenza que consigue que la atiendan antes que al resto en el HUBU por hacer ruido, hasta un huido de la Justicia que -por su cobardía disfrazada de heroísmo de un pueblo- escapa de un destino ganado a pulso y en el que deja a sus compañeros por el camino. Todos son lo mismo. Utilizar la carta comodín para salvarte de la cárcel sólo debería ser posible según las normas del Monopoly, pero tomar decisiones generales desde la manipulación y sin el bien común, las consecuencias y la moral en mente son la peor representación de la corrupción del poder.

Antes me preocupaba qué mundo dejaremos. Ahora, que soy una mujer con canas, no puedo dejar de cuestionarme por un presente al que no sé si sobreviviremos.